Elías Farache S.
E l pasado 30 de abril apareció una grata noticia en varios diarios de Caracas. La Vicepresidencia de la República informaba que se sostuvo una reunión de trabajo con la embajadora de Palestina, Linda Sobeh Alí, donde se “acordó fortalecer la cooperación en los motores farmacéutico, minero y agroalimentario”. Además, el establecimiento de plantas de fabricación de medicamentos para pacientes de enfermedades crónicas, así como para diabéticos y casos oncológicos. Primero se avanzaría con la importación de medicamentos a precios subsidiados, gracias a los convenios suscritos entre Venezuela y Palestina.
Es alentador que se trabaje en aras de resolver la crisis de insumos de medicinas. Y en este sentido, casi cualquier ayuda e iniciativa, bien pensada y mejor implementada, es bienvenida. En estos momentos de tanta crisis, colas e informaciones encontradas, una esperanza de solución es necesaria.
Pero algo nos llama la atención, y no tiene que ver con la crisis de insumos en Venezuela. Tiene que ver con Palestina y la imagen que se nos ha trasmitido de ella a toda Venezuela. Se ha presentado a Palestina y los palestinos como un territorio y un pueblo muy sufrido, martirizado por unos crueles israelíes que responden a siniestros planes y peores acciones, tildadas (por supuesto) de “sionistas”. Son un pueblo sometido a una brutal ocupación, sin independencia alguna y sin calidad de vida, que clama por justicia en cuanto escenario hay en este mundo… y acusa a Israel de todos y cada uno de sus males.
La verdad, no podemos seguir sin afirmar que la situación de los palestinos merece una solución y un estatus mucho mejor del que ahora tienen. Ese pueblo tiene derecho a vivir en paz, con calidad de vida para todos sus ciudadanos, con sus derechos respetados por todos, y ellos respetando los derechos de todos, incluyendo a los israelíes, sean judíos o no. Con libertad, seguridad y absoluta dignidad, al igual que todos sus vecinos y, a decir verdad, como han de vivir todos los seres humanos en este mundo.
¡Caramba! Palestina no solo pide ayuda, sino que es capaz de dar ayuda, de cierto nivel y costo, nada más y nada menos que a un país rico como Venezuela
Dicho esto, debemos desarmar la campaña de presentar a Israel como el maniatador de los palestinos, y a estos últimos como sempiternas víctimas culpables de nada.
Con la mencionada información de prensa, sin hacer muchos análisis, nos damos cuenta de varios hechos: Palestina tiene embajadores, por lo tanto es de facto un Estado. Ese territorio, además, firma acuerdos de cooperación. ¡Caramba! Palestina no solo pide ayuda, sino que es capaz de dar ayuda, de cierto nivel y costo, nada más y nada menos que a un país rico como Venezuela. Tiene laboratorios de producción de medicamentos de cierta complejidad. Países mucho más desarrollados, antiguos, consolidados y sin problemas como los de la “ocupación” no tienen esas facilidades. Ello implica que el ocupante no es tan maligno, debe tener algunas buenas cualidades e influencias, o que la ocupación como la presentan rutinariamente no es tal.
Es oportuno señalar que en Palestina existen hospitales, escuelas, universidades, fábricas, laboratorios, construcción de primera, turismo, centros comerciales y todas las facilidades de servicios para que ello pueda tener lugar. Si hubiese un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos, y si la dirigencia de estos últimos, junto con los demás países árabes y los detractores de Israel, se aviniera a reconocer la existencia del Estado de Israel y el derecho de los judíos a un Estado, las cosas estarían de verdad mucho mejor.
Aunque parece que no han de estar tan mal como dicen… a juzgar por las capacidades que exhiben.