Rabino Abraham Cooper*
Durante su emotivo discurso en la Convención Nacional Demócrata, el presidente estadounidense Joe Biden se dirigió a una protesta antiisraelí, algunos de cuyos miembros usaron martillos para romper la valla de seguridad cerca del United Center donde se celebraba el evento. “Ellos tienen un punto”, declaró el presidente, lamentando la pérdida de vidas inocentes “en ambos lados”.
Es difícil discutir con el presidente Biden sobre esto. De hecho, ¿quién celebraría o justificaría la pérdida de vidas inocentes?
La respuesta la hemos tenido enfrente durante los últimos 10 meses y medio: Hamás celebró su “éxito” el 7 de octubre de 2023, cuando perpetró el mayor asesinato en masa de judíos en un solo día desde el Holocausto nazi. Sus combatientes incluso llamaban a Gaza desde las comunidades israelíes devastadas para jactarse de sus asesinatos, violaciones, secuestros y toma de rehenes.
El presidente palestino Mahmud Abbas se refirió públicamente a los terroristas de Hamás como “mártires”. La Autoridad Palestina incentiva el asesinato y el caos mediante una legislación que ofrece recompensas económicas a los terroristas y a sus familias por atacar y matar judíos.
El “argumento” que los manifestantes pro-Hamás intentan trasmitir varía de un campus a otro, de una capital a otra. Algunos gritan la genocida solución de un solo Estado palestino “del río al mar”. Otros piden un alto el fuego inmediato e incondicional. Escuchamos libelos sangrientos que afirman que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) están cometiendo genocidio, acusaciones que etiquetan al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y a otros líderes como “criminales de guerra”, y llaman a poner fin a la ayuda a Israel.
Manifestantes pro-Hamás en las afueras de la Convención del Partido Demócrata en Chicago
(Foto: NPR)
Mientras Israel lucha en siete frentes en una guerra iniciada por el líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenéi, hay exigencias de un embargo de armas contra el Estado judío. Y a principios de esta semana en Londres, se podían escuchar fuertes llamados a una intifada global.
Mientras tanto, el persistente redoble de odio genocida en las redes sociales alimenta una violencia mortal contra los judíos en las comunidades israelíes y en las calles de nuestra nación.
El «punto» que los líderes de Estados Unidos deberían haberle planteado a Hamás, a través del principal patrocinador financiero de los terroristas, Catar, y de Egipto, que permitió la construcción de una red de túneles hacia Gaza, debería ser un claro ultimátum: liberar a todos los rehenes de inmediato, dejar de utilizar a los habitantes de Gaza como carne de cañón, deponer las armas y dirigirse a Irán o Yemen, o quedarse y afrontar las consecuencias de las muertes y la destrucción en Israel y Gaza.
En cambio, durante los últimos 10 meses Estados Unidos ha enviado diplomáticos de alto nivel a la región, con la esperanza de negociar un acuerdo con estos terroristas asesinos en masa y secuestradores de rehenes.
Mientras el presidente Biden y la vicepresidenta Kamala Harris escuchan —aunque todavía no han actuado al respecto— las voces antiisraelíes, las FDI plantearon su propio «punto» el mismo día que el presidente Biden habló en Chicago: soldados de las FDI recuperaron los cuerpos de seis israelíes escondidos en un anexo secreto de un túnel debajo de Gaza. Los seis habían sido secuestrados vivos el 7 de octubre y luego asesinados mientras estaban en poder de Hamás.
El plan de Hamás es retener a todos los rehenes, incluso a los muertos, hasta que todos los asesinos palestinos encarcelados sean liberados de las cárceles israelíes.
El «punto» que los líderes de Estados Unidos deberían haberle planteado a Hamás, a través del principal patrocinador financiero de los terroristas, Catar, y de Egipto, que permitió la construcción de una red de túneles hacia Gaza, debería ser un claro ultimátum: liberar a todos los rehenes de inmediato, dejar de utilizar a los habitantes de Gaza como carne de cañón, deponer las armas y dirigirse a Irán o Yemen, o quedarse y afrontar las consecuencias de las muertes y la destrucción en Israel y Gaza
Hagamos un esfuerzo por recordar al menos los nombres y edades de los seis hombres: Nadav Popplewell, 51; Yagev Buchshtab, 35; Yoram Metzger, 80; Haim Peri, 79; Alexander Dancyg, 76; y Avraham Munder, 79.
Tenemos la esperanza de que la mayoría de los rehenes israelíes restantes, incluidos cinco estadounidenses, sigan vivos, y que todos los rehenes, vivos y muertos, finalmente sean repatriados con sus familias.
No hace mucho, los campus de élite de Estados Unidos debatían dónde se trazarían los límites de una futura solución de dos Estados entre Israel y Palestina. Ya no es así.
Hamás ha prometido repetir e intensificar los sucesos del 7 de octubre si se le da la oportunidad. Sus partidarios, desde Berlín hasta Londres, Toronto y Chicago, abrazan con entusiasmo la narrativa genocida y antisemita de Hamás. Hemos escuchado sus cánticos y entendemos su “punto”: si dependiera de ellos, el Estado judío y su pueblo serían exterminados.
Pero Israel y sus partidarios sionistas también están dejando claro un “punto”, tanto a amigos como a enemigos: nunca más. Y nunca más es ahora.
*Vicedecano y director de acción social global del Centro Simon Wiesenthal.
Fuente: The Media Line (themedialine.org).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.