Israel sale de Egipto.
En un principio el permiso que se les concedió era para ir al desierto, concertar una festividad en el monte Sinaí, y regresar, pero no fue así. Dios conduce a Israel por una ruta que los encaminó a las orillas del Mar Rojo, con el plan de continuar a través del desierto hasta la Tierra Prometida.
Justo en ese lugar los alcanza el ejército egipcio, quedando en una posición muy angustiosa; al frente tenían el mar, detrás de ellos las hordas egipcias, a los lados el vasto desierto, sin posibilidad alguna de desplazar a tanta gente y huir de sus enemigos. Estaban entre la espada y la pared.
En este momento la reacción natural de Israel es gritar a Moshé, responsable del plan, que los saque de esa situación. Moshé los tranquiliza diciendo: “No teman, quédense aquí (no traten de escapar) y verán la salvación de Dios que les hará el día de hoy… Dios peleará por ustedes, y ustedes permanecerán callados” (14, 13-14)
El Meshej Jojmá, de Rabí Meir Simja de Dvinsk, ZT”L, dice: “No solamente en estos momentos El Eterno peleará por ustedes, sino en todo momento y por la eternidad luchará contra sus enemigos”. Así dice el Midrash Mejilta. Es decir, no solamente ahora que tienen el absoluto derecho de gritar y argumentar en mi contra, ya que Yo los saqué de Egipto al árido desierto y es Mi obligación ayudarles, sino, inclusive, en las épocas donde ustedes deban “permanecer callados”, pues no contarán con razones suficientes para reclamarme, podrán decir simplemente “Tuya es, Todopoderoso, la justicia y sobre nosotros la vergüenza en el rostro”. Entonces también lucharé por ustedes y los salvaré de manos de sus enemigos”.
Con lo dicho por Rabí Meir Simja, se abre una posibilidad, se nos da un recurso, gracias a los que contamos con la fuerza suficiente para someter a nuestros enemigos o resolver cualquier problema: Debemos dejar de lado cualquier argumento, cualquier justificación, incluso cualquier tipo de mérito que creamos tener y por medio de él suponer que Dios debería solucionar nuestras dificultades. La única estrategia, la efectiva, es silenciar todo tipo de reclamo de “¡No es justo!”, de “¿Cómo me puede pasar esto a mi?”. Pues el único que puede darnos la solución certera a todo lo que no acontece es el Creador del universo, quien nos ha dado la vida y desea eternamente solo nuestro bien.
Por nuestra parte estará el único argumento será: “Tu, Señor del universo, eres justo y acepto con gusto lo que me mandes”.
Shabat Shalom
Yair Ben Yehudá