Los seis días de la Creación, amén de crearse en ellos la existencia, también determinan el potencial que habrá de tener el mundo durante sus años de vida. La fertilidad de la tierra, la reproducción animal y vegetal para el equilibrio del ciclo alimenticio, los recursos acuáticos, el número de desastres naturales que habrá en toda la historia, etc.
Todo ello el Todopoderoso lo ideó y consolidó de forma individual, sin consultar con nadie, pues así le pareció correcto que debía estar hecha Su Creación.
Mas, cuando estaba a punto de crear su gran obra, quien le daría sentido a lo hecho en esos seis días, al hombre, consulta con los ángeles celestiales (midrash Rabá).
¿Por qué?
Es preciso entender que por definición, y al contrario del resto de la creación (incluyendo a los ángeles), el hombre es alguien que está en constante dilema ¿De qué forma proceder? ¿Qué rumbo tomar en la vida? ¿Con quién casarme? ¿Si elevarme por sobre lo mundano y buscar a mi Creador, o dejarme llevar por mis deseos y anhelos personales?
Esencialmente el hombre debe preguntarse constantemente, para alcanzar su formación personal, para darle sentido a su existencia. Nunca deberá tomar la vida como algo predeterminado, dónde no hay necesidad de cambiar o trascender por encima de ella, siempre estará presente el ¿Por qué? ¿Tal vez hay rectificar el rumbo?
Por medio de nuestra creación El Amo del universo concluyó la obra maestra donde vivimos y nos desarrollamos. Somos el broche de oro de toda la existencia. Pero para explotar todo nuestro potencial, y formarnos cada día y día como seres humanos, deberá constantemente estar presente la pregunta… la crítica.
Shabat Shalom