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¿C ómo comenzar a escribir en un papel lo que fueron 98 años de cariño y felicidad de un hombre tan especial como mi abuelo Benco?
Un hombre lleno de sabiduría e historias que él no se cansaba de contar y que siempre queríamos escuchar. Esas historias que marcaron su vida, que lo hicieron ser fuerte y que lo convirtieron en esa increíble persona que fue hasta hoy.
Benco, hoy estamos todos aquí recordándote gracias a la serie de obstáculos que tuviste que sobrepasar durante el Holocausto. Entre luchas y dificultades siempre mirabas la parte positiva. Recuerdo esa historia que nos contabas en la que le tenías que cantar a los militares para que te dieran un mejor trato, porque les gustaba tu voz. Gracias a tu encanto, personalidad y optimismo pudiste sobrevivir, y junto a mi abuela Lilian formar esta maravillosa familia.
Llegaste a rehacer tu vida y nos demostraste que con trabajo y dedicación todo se puede lograr. “Hay que trabajar”, es lo que siempre nos decías. Lograste todas tus metas con éxito, y sobre todo con integridad. Nos enseñaste que lo más importante son los valores, y que todo hay que hacerlo con honestidad y humildad.
Fuiste un gran ejemplo para todos como padre, hermano, tío, abuelo y esposo. Siempre recordándonos la importancia que tiene la familia y lo esencial que es permanecer unidos. También fuiste un gran ejemplo para la comunidad judía, siempre queriendo ayudar y enseñándonos a ser mejores personas.
Siempre estabas elegante y bien vestido, acompañado de Giulia, tu compañera que te dio fuerzas y apoyo en todo momento. Te consentía con tu plato de frutas por las mañanas, y te cocinaba las únicas pastas que te gustaban. “Gracias a mi Giulia es que estoy aquí”, decías siempre.
Hoy estoy buscando la mejor manera de decirte adiós. Pero solo es adiós porque no te tendremos físicamente, porque siempre estarás presente en nosotros y en nuestros corazones. Le doy gracias a Dios porque nos dio tanto tiempo para disfrutar de ti y compartir contigo. Ahora nos dejas con los mejores recuerdos y valores. Gracias a ti somos quienes somos hoy en día, y me siento orgullosa de pertenecer a esta familia.
Te prometo que seguiremos trasmitiendo tus valores y enseñanzas a las próximas generaciones de la familia Beracha, y que tu nombre quedará en alto.
Te adoro por siempre, tu nieta
Gaby