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"S i llega a decaer tu hermano (en sus bienes) y declina su mano contigo, ciertamente lo fortalecerás” (25, 35).
Rashí: “Lo fortalecerás: No permitas que descienda y caiga en bancarrota y sea difícil después volverlo a levantar, sino fortalécelo cuando apenas está declinando su mano. ¿A qué se parece esto? A la carga sobre un burro. Cuando todavía se encuentra sobre él y comienza a inclinarse a un lado, una sola persona puede sujetarlo y enderezarlo. Pero si cae al piso, incluso cinco individuos no podrán levantarlo”.
Rabí Meir Rubman, ZT”L, en su libro Zijrón Meir, explica la siguiente idea: “No está escrito aquí: ‘Si llegare a decaer tu prójimo’, sino ‘tu hermano’, para enseñarnos el nivel de preocupación que nuestros correligionarios nos exigen tener. La Torá manda a relacionarnos con cada uno como si fuera nuestro propio hermano. Y ya que es así, también nos ordena: ‘Y lo fortalecerás’, en otras palabras, ayúdalo antes de que caiga. Es mucho más grande ayudar a quien aún no ha caído, que rescatar a quien ya se encuentra en el piso.
El comportamiento llamado ‘Y lo fortalecerás’ demuestra que el buen corazón de esa persona supera al de quien presta ayuda al caído. El sentimiento de extender la mano al que está en el piso muchas veces surge del egocentrismo, ya que no soporta ver a alguien sufriendo y no puede permanecer indiferente. Esto no sucede a quien se aproxima a fortalecer a quien todavía puede sostenerse, pues, sin duda, está motivado por sentimientos puros de altruismo y misericordia, ya que antes de que alguien caiga no se despiertan hacia él sentimientos naturales de piedad y deseos de ayudar.
De aquí es posible aprender que lo mismo deberá aplicarse, y con mayor razón, a la necesidad espiritual de nuestros hermanos. En lo que atañe a la educación de nuestros hijos y alumnos, y también en lo que podamos hacer para cualquier yehudí que se encuentre alejado de sus raíces, no debemos esperar hasta el momento que caiga y luego ofrecer ayuda, sino debemos ocuparnos cuando todavía no ha caído y se puede parar sobre sus pies. Si lo dejáramos en ese estado, no solamente cinco no podrán levantarlo, incluso cien no lo lograrían. De la misma manera cada uno deberá velar por su situación espiritual y rescatarse a sí mismo antes de descender a un punto de donde será sumamente difícil retornar”.
La Torá revela un secreto sumamente profundo sobre cómo comportarnos con nuestros semejantes, pues a pesar de que la máxima del Judaísmo es “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, entendiéndose que el parámetro de amor que debemos prodigar a nuestros semejantes está en nosotros mismos, en esta ocasión la Torá nos invita a dejar de lado ese tipo de amor y a actuar de forma eficiente, para apoyar, fortalecer y salvaguardar la integridad de nuestros correligionarios. ¿Cómo? Es verdad, debemos amar a nuestro semejante en cualquier situación, por más difícil que sea. Pero a la hora de actuar hay que responder como si fuera nuestro hermano. Es decir, así como en la relación con nuestros hermanos no siempre hay sentimientos fraternales, muchas veces hay gritos y falta de tolerancia, asimismo encontramos ese sentimiento en no pocas ocasiones con los que nos rodean en la tefilá o demás instituciones comunitarias. Pero --y respondan con sinceridad-- si nuestro hermano llegase a pasar por una situación apretada, enfermedad o pérdida, ¿acaso no responderíamos con todos nuestros recursos para ayudarle, aunque estemos molestos con él? De la misma manera la Torá nos exige proceder: no esperar a sentir ese amor ideal para poner manos a la obra, y actuar antes de que sea demasiado tarde. Este beneficio es recíproco, ya que esta actitud hará surgir en nuestros corazones la finura necesaria para sentir y percibir lo que realmente precisa nuestro hermano, aunque a veces le sea difícil expresarlo. De la misma manera nos hará percibir las necesidades de nuestra alma, aquellas que muchas veces nos es imposible detectar y más reparar.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda