Y habló Dios a Moshé en el desierto de Sinaí en el ohel moëd (la tienda de la reunión) el 1º del segundo mes, el segundo año de haber salido los hijos de Israel de la tierra de Egipto, diciendo (1,1) Rashí: “Por el amor que tiene —Dios— a ellos (Israel) los cuenta a cada momento. Cuando salieron de Egipto los contó, cuando cayeron en el pecado del becerro de oro los contó. Ahora cuando pretende reposar su presencia dentro de ellos también los quiere contar, pues el 1º del mes de Nisán fue erigido el mishkán, y el 1º de Iyar los contó”.
El libro de Bamidbar comienza con un conteo. Al contrario de los dos primeros, este podría denotar más amor y cariño hacia el pueblo de Israel, ya que en los anteriores se podría pensar que el conteo tiene más justificación, pues Dios precisaba establecer el número de los hijos de Israel después de sufrir eventos dramáticos como los años de esclavitud, y el deceso de una buena parte de la nación, a raíz del pecado del becerro de oro. Rashí nos aclara que también los dos primeros conteos fueron hechos por medio del infinito amor y cariño que Dios tiene hacia nosotros. Este fue el conteo previo a la entrega de la Torá.
Dice el Kelí Yakar: “El Midrash Tanjuma se refiere al día de la entrega de la Torá como al compromiso matrimonial entre Dios y el pueblo de Israel, pues Dios ligó a Israel en compromiso nupcial por medio de la Torá, sirviendo ella misma como anillo. Como está mencionado en el libro Debarim: “La Torá nos la comandó Moshé, un legado (morashá) de la congregación de Yaäcov”. Y nuestros sabios, en el tratado de Pesajim, enseñaron que, en un sentido más profundo, no la llames morashá, sino meorasá (comprometida).
El mismo Midrash, en la parashá Ki Tisá, comparó la relación de Dios con Israel como la unión del novio con su novia, en dos instancias.
La primera fue durante la entrega de la Torá. Como está escrito: “Y le dio a Moshé, al terminar de hablar con él en el Monte Sinaí, dos tablas de testimonio —tablas de piedra— escritas por el dedo de Dios”. Al terminar, en hebreo ככלתו, está escrito sin la letra v´av intermedia, como queriendo decir novia, pכלה, pues se entregó la Torá como una novia adornada con veinticuatro libros.
La segunda fue en el día de la inauguración del mishkán (tabernáculo), como está escrito: “Y sucedió en el día que Moshé terminó —כלות — de erigir el mishkán…”. En el mismo orden de ideas, ya que ese día se entregó el pueblo de Israel a Dios, como una novia a su prometido.
En otras palabras, el día de la entrega de la Torá —Shavuot— fue el día de nuestro compromiso, y el día de la inauguración del mishkán fue el momento de nuestra boda con el Todopoderoso, como cuando alguien se establece en su residencia con el propósito de construir su hogar.
En resumen, Shavuot es el punto de partida de nuestra relación marital con Dios. ¿Acaso es posible pensar que el día del compromiso sea más importante que el mismo día de la boda? ¿Por qué el día de la inauguración del mishkán no se festeja, o por lo menos no tanto, como Shavuot? ¿Cuál es la importancia de este día?
Explica rabí Jayim Fridlander, ZT”L, que el día de Shavuot, a pesar de no haberse recibido en ese momento la mayoría de las mitzvot, fue el momento cumbre de Am Israel, pues aceptó de manera incondicional todas las mitzvot de la Torá, pasando de ser cumplidores de la voluntad de Dios de forma altruista, sin obligación, a estar comandados y obligados a cumplirla y respetarla, incondicionalmente. Como la misma traducción al español lo dice: comprometidos con Dios.
La boda no fue tan trascendental como el compromiso, ya que esta es simplemente resultado de la crucial decisión de seguir a Dios en todas las instancias, sean buenas o mejores.
Esta es la esencia del día de Shavuot, y el secreto de la recepción de la Torá que se renueva año tras año.
¡Shabat Shalom!
Yair Ben Yehuda