Pequeños pasos para responder a los antisemitas y a quienes repiten la propaganda sin saber nada del conflicto palestino-israelí
Luciano Mondino*
Desde hace más de 70 años se ha construido una narrativa del pobre pueblo palestino despojado de sus tierras, que se dice ser el habitante histórico. Vamos a comenzar el año derribando algunas de las mentiras más asombrosas de la cantinela palestina y de sus satélites.
Miembros de la Yijad Islámica Palestina durante un desfile militar en la Franja de Gaza.
(Foto: Reuters)
Cualquiera que esté interesado en la historia puede investigar cuáles eran los pueblos que habitaban en la Antigüedad el territorio del actual Israel, y va a encontrar hebreos, fenicios, amonitas, pero nunca “palestinos”.
Como se sabe (solo basta con mirar de dónde eran sus líderes fundacionales), los palestinos son árabes, mientras los filisteos iban por la línea de los cretenses. En el siglo VII, cuando se empiezan a expandir los musulmanes, aparecieron los kurdos y los beduinos. Pero no palestinos. Ni siquiera existieron como tales durante la ocupación del Imperio Otomano a partir de 1517 y hasta 1917, cuando Gran Bretaña conforma el Mandato de Palestina. Sin embargo, para ese momento los que aceptaban la nacionalidad palestina no eran los árabes sino…los judíos que vivían allí.
Es falso de toda falsedad. Nunca existió una Palestina histórica ni una identidad nacional hasta 1964, cuando fue creada por Gamal Abdel Nasser, expresidente de Egipto, junto a un libanés llamado Ahmed Shujeiri y el mismísimo Yasser Arafat.
La “nacionalidad palestina” se creó en 1964, unos 16 años después de creado el Estado de Israel, y después de que toda la Liga Árabe le declarara la guerra a Israel y al pueblo judío entero. Llamaron a una guerra de exterminio, pocos años después del Holocausto
Sí, la “nacionalidad palestina” se creó en 1964, unos 16 años después de creado el Estado de Israel, y después de que toda la Liga Árabe le declarara la guerra a Israel y al pueblo judío entero. Llamaron a una guerra de exterminio, pocos años después del Holocausto y la solución final.
Como si esto fuera poco, hasta 1967 la Franja de Gaza, hoy tomada por Hamás, estaba bajo control de Egipto, y Cisjordania bajo control de Jordania. Para ese momento, el tema palestino era insignificante en el mundo árabe, y hoy ya empieza a ser un lastre nuevamente.
Esto viene resonando mucho desde que Netanyahu pudo formar el nuevo gobierno. Esto también es importante contestarlo aclarando una precisión conceptual, y es que en Cisjordania no hay “ocupación” sino una disputa territorial como tantas otras alrededor del mundo.
Según el derecho internacional, la ocupación se da cuando un país invade otro y se queda con parte de su territorio. Ejemplos históricos tenemos en la ocupación alemana de Polonia en 1939 o la de Francia en 1940. Un ejemplo actual es Rusia en Ucrania desde 2014. Si vemos qué pasó en Cisjordania, que es Judea y Samaria, la propia historia documenta que no existe ninguna ocupación. En 1948, el ejército jordano tomó la zona y la parte oriental de Jerusalén, expulsando a los judíos que vivían allí desde hacía siglos.
Lo que los palestinos llaman “resistencia” consiste en asesinar civiles israelíes, como este ataque en un restaurante de la calle Dizengoff de Tel Aviv en abril de 2022
(Foto: agencia Anadolu)
La historia de Jerusalén es la historia del rey David y las tribus preexistentes al Estado israelí, lo cual deja todo dicho. Es desde 1948, ni bien se creó Israel, que todos los árabes lanzan la guerra y la región entra en una dinámica bélica contra una población enormemente minoritaria. Si tomáramos cualquier mapa, la sola distribución poblacional de los países árabes y de Israel en esos años mostraría la enorme diferencia.
En 1967 llegó la Guerra de los Seis Días, Israel retomó los territorios que los jordanos habían arrebatado, y luego llegaron los acuerdos de paz.
La dinámica en aquellos años consistía en cambiar “territorios por paz” e ir alejando la mentalidad de la guerra. Cualquiera podría pensar que Jordania habría aceptado la devolución que Israel le ofrecía (toda Cisjordania)… Pero la respuesta fue negativa: Hussein I, el entonces rey del país, rechazó esos territorios que no le despertaban ningún interés y además retiró, de forma unilateral, la ciudadanía jordana a los árabes que vivían allí. Ni para los jordanos ni para Egipto estos eran territorios por los que había que disputar.
Para adentrarnos un poquito en la futurología, se habla de una nueva escalada entre Hamás e Israel por la visita de Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional israelí, a al-Aqsa, la mezquita que unifica el reclamo imaginario árabe para exigir Jerusalén.
Al-Aqsa significa “la mezquita que está más lejos”, y los árabes dicen que está en Jerusalén. Lo cierto es que hay pruebas arqueológicas de que al-Aqsa fue construida sobre el Templo de Salomón, y que en realidad “la mezquita más lejana” está en Arabia Saudita, donde también están La Meca y Medina. Hay un dato incluso mucho más condenatorio, y es que al-Aqsa fue construida hacia finales del siglo VII, cuando Mahoma ya había muerto.
Las principales armas de los palestinos son la propaganda hacia afuera y la incitación al odio hacia adentro. A estos pequeños se les enseña a admirar el terrorismo en campamentos de verano, para luego lanzarlos a combatir siendo adolescentes para acusar a Israel de “asesino de niños”
(Foto: Reuters)
Esto recuerda la cantinela de que “Jesús era palestino”, cuando en verdad nunca se usó el nombre de “Palestina” hasta el año 135 después de la muerte del propio Jesús.
En la cantinela de los palestinos los muertos construyen mezquitas, o pueden ser nombrados y renombrados con nacionalidades que nunca existieron en su época. El tema es que el mito de al-Aqsa es lo que los unifica para atacar a los judíos cada vez que ingresan allí.
Los terroristas palestinos se meten dentro de al-Aqsa y trasforman ese “tercer sitio más sagrado” para ellos en un almacén de armas, donde planifican y desde donde ejecutan ataques a los judíos. Vaya forma de respetar lo sagrado con la profanación, las armas y la violencia
Y este es un dato también muy interesante: los terroristas palestinos se meten dentro de al-Aqsa y trasforman ese “tercer sitio más sagrado” para ellos en un almacén de armas, donde planifican y desde donde ejecutan ataques a los judíos. Vaya forma de respetar lo sagrado con la profanación, las armas y la violencia.
En estos días, tras la visita de Ben Gvir a la zona, los palestinos van a justificar con ello los misiles de la Yijad Islámica Palestina (comandados por Irán), que lanzarán contra áreas civiles israelíes con el único objetivo de matar. Veremos qué titulan los diarios cuándo esto pase.
Calumnia absoluta. Esos acuerdos resolvieron, aun con las idas y venidas de los propios palestinos, casi en un 100% el tema territorial. Esos acuerdos tuvieron el aval de la ONU, la entonces URSS y Estados Unidos.
Acá viene un detalle muy llamativo y que no muchos conocen: ¿Saben quién firmó los Acuerdos de Oslo? El mismísimo Mahmud Abbas, el que hoy llora en Naciones Unidas pero no hace nada para detener el germen terrorista de sus territorios que amenaza a los civiles israelíes.
Mapa de los Acuerdos de Oslo entre Israel y la Autoridad Palestina. En el Área “A”, bajo completo control palestino, vive la mayoría de la población de Cisjordania
(Fuente: El País)
En estos acuerdos se determinó la famosa división de Cisjordania: las zonas “A” y “B” bajo control completo de los palestinos hasta la resolución de las fronteras definitivas, y la zona “C” para Israel. Como se espera en todo acuerdo, las partes son llevadas a negociar, pero esto fue siempre rechazado por Palestina. Si vamos de nuevo a los datos —con la fobia que ello le genera a muchos—, veremos que Israel siempre canjeó territorios por paz. Primero hay que volver a señalar la desigualdad enorme entre judíos y árabes en la región y las condiciones que llevaron a esa paz.
Israel logró la normalización con Jordania y Egipto antes, pero también con Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán especialmente a partir de los Acuerdos de Abraham del año 2020. Los palestinos nunca fueron a negociar, sino que impusieron siempre las “intifadas”.
La soberanía de Israel en el área “C” —esa que a ningún musulmán le interesaba hasta 1964— se aplica solamente sobre un sector que le corresponde por la firma de los Acuerdos de Oslo. No existió, no existe y no va a existir nunca una “ocupación” israelí en territorio bajo control palestino.
La mentira es cómoda.
¿Por qué le creen a los palestinos? Acá es donde viene la autoflagelación de Occidente, especialmente de los demócratas de Estados Unidos y de gran parte de la Unión Europea, a quienes les resulta más fácil seguir enviando dinero a la Autoridad Nacional Palestina, con el que le paga los sueldos de los palestinos presos por atacar o matar civiles israelíes.
Además, no hay que olvidarse del enorme problema que está teniendo Europa para contener la invasión islamista y el colador de sus fronteras. Tema de poco interés para muchos, y de enorme rentabilidad para otros muchos otros que los usan políticamente.
La Organización para la Liberación de Palestina se fundó en 1964, antes de la Guerra de los Seis Días, cuando Cisjordania estaba en manos de Jordania y Gaza bajo control de Egipto. Como se ve en su logo, su definición de “territorios ocupados” abarca todo el Estado de Israel, es decir que aspiran a destruirlo
Todo este relato y la realidad invertida, tan amada por el relato palestino, tuvo un sacudón en 2020 cuando tuvieron lugar los Acuerdos de Abraham que son, sin duda, los acuerdos del siglo. Por primera vez, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin normalizaron su relación con Israel.
¿Pero qué tiene que ver esto con los palestinos? Mucho. Para los países del Golfo, el tema palestino es ya una piedra en el zapato por una razón muy sencilla: los países árabes, especialmente sunitas, están siendo amenazados por el expansionismo de Irán, que es chiíta. Además de la clásica división dentro del mundo islámico, el peligro real es que Irán, ese régimen que terminó con la vida de Mahsa Amini y otras miles de personas, logre acceder a las armas nucleares. Si eso pasa, la amenaza real se extiende desde Israel hasta los árabes.
Quiéranlo o no, la realidad se impuso a lo largo de los años, y ya el relato palestino se cayó a pedazos incluso dentro del propio mundo árabe-musulmán, que está necesitando insertarse en el siglo XXI y no ser el siglo XV en el que están metidos los iraníes gracias a los ayatolas.
*Analista internacional argentino.
Fuente: Twitter de Luciano Mondino.
Versión NMI.
1 Comment
Muy buen análisis que deja aclararada una realidad histórica, política y social.