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E l vigor y el poder de Dios han sido mi salvación. Este es mi Dios y lo ensalzaré” (Shemot 15:2).
“He aquí que ya está detrás de nuestra pared. Mira por la ventana, atisba por las celosías” (Shir HaShirim 2:9).
El nivel más alto de reconocimiento a Dios por todos estos acontecimientos fue cuando el pueblo dijo en el mar: “Este es mi Dios y lo ensalzaré”. Así como en ese momento el pueblo dijo esa frase, en el futuro nosotros diremos: “He aquí que este es nuestro Dios, a quien esperábamos para que nos salvara. Este es el Eterno a quien esperábamos. Nos alegraremos y regocijaremos en su salvación” (Yeshayahu 25:9).
La misma idea la encontramos en tres lugares diferentes. En el momento de la salida de Egipto, el pueblo de Israel señaló con el dedo y dijo: “Este es mi Dios y lo ensalzaré”. Hoy en día, que estamos en el exilio, decimos: “He aquí que ya está detrás de nuestra pared”. El versículo no dice “frente” a nuestra pared, sino “detrás”, aludiendo a que después de la destrucción del Templo nos queda solamente el Muro Occidental y que, por así decirlo, Dios se encuentra detrás de él (Midrash Shir HaShirim Rabá 2:9). Y en el futuro diremos: “Este es el Eterno, a quien esperábamos”. El Muro Occidental (Kotel Hamaaraví) es lo que nos ha quedado del Templo y dicen los sabios (Midrash Shemot Rabá 2:2) que desde el día de la destrucción del Templo la presencia divina, la shejiná, se posó sobre el Muro Occidental y no se movió de allí. ¿Por qué precisamente quedó el Muro Occidental y no otro? En hebreo, la palabra “occidental” (maaraví) tiene la misma raíz que la palabra erev (noche); es decir, que alude a la oscuridad por el punto cardinal donde se oculta el sol. Cuando el Templo fue destruido, nosotros nos quedamos sumidos en la oscuridad.
Pero Dios sigue estando con nosotros en el exilio: Él se esconde detrás del Muro y nos cuida. Los judíos son también llamados “hebreos” (Ivrim) , y el primero en ser llamado hebreo fue Abraham Avinu, esto alude a que todo el mundo estaba de un lado (ever) y Abraham estaba del otro lado. Pero esto también puede tener relación con la palabra erev, en referencia a lo que dijimos antes, que Dios está siempre con nosotros en todos nuestros sufrimientos, tal como está escrito: “Estoy con él en tiempo de aflicción” (Tehilim 91:15). Aunque la noche sea muy oscura, Dios está con nosotros.
Con la ayuda de Dios, en el día de la redención diremos: “Este es el Eterno a quien esperábamos”, así como el pueblo de Israel dijo en el mar: “Este es mi Dios y lo ensalzaré”.
Marán Harav Shaj (Z’L) dijo que la persona puede decir durante todo el día “Baruj Hashem” y “Beezrat Hashem” y aun así no sentir en absoluto la dependencia de Dios, porque lo dice solamente de la boca para afuera. Para poder sentir verdaderamente a Dios, la persona debe estudiar Torá y anular sus propios deseos.
En uno de sus libros vi que decía que Dios habla con la persona a través de la sagrada Torá, tal como dijeron los Sabios (Zohar, Tercera Parte) respecto de que la shejiná hablaba desde la garganta de Moshé a través del estudio de la Torá. Y a través de su dedicación a la Torá, la persona se convierte en un pequeño Bet Mikdash, un templo andante, y puede llegar a sentir a Dios. Así como en el momento de la destrucción la Torá y la shejiná se encontraban en el Bet HaMikdash, tal como dice el versículo “He aquí que ya está detrás de nuestra pared”, en el sentido de que la Torá y la shejiná todavía se encuentran detrás del Muro, de la misma manera la persona que se convirtió en un pequeño Bet Mikdash cuenta con la Torá y la shejiná.
Apeguémonos cada día más y más a la Torá y a las buenas acciones, asistiendo diariamente a la sinagoga y escuchando shiurim. Hoy en día los instrumentos abundan y nos abruman, ya que podemos escuchar y ver shiurim por internet, WhatsApp, YouTube, y sobre todo con nuestros rabinos y maestros comunitarios.
¿Si no lo hacemos ahora, cuándo será¬?
Baruj hashem leolam amen ve amen.