Shira Hanau*
Cuando Liron Turkenich diseñó un sistema de escritura que combina caracteres hebreos y árabes como tesis en la universidad, probablemente no podía imaginar que se convertiría en el punto focal del pabellón de Israel en la Exposición Universal de 2020 en Dubai.
Pero después de los Acuerdos de Abraham, con los que Israel normalizó sus relaciones con los Emiratos Árabes Unidos y otros países árabes, la necesidad de Aravrit, los diseños de letras de Turkenich que pueden leerse tanto en hebreo como en árabe, ha aumentado. El cielo es ahora el límite para el proyecto.
“Me gustaría llegar con esto al Museo de Arte Moderno de Nueva York. Es una especie de sueño. Me encantaría que alguien adoptara el El Majar. Una escultura al aire libre exige atención, así como un lenguaje crea atención”, dijo Turkenich refiriéndose a su escultura con letras en Aravrit ubicada a la entrada del pabellón de Israel en Dubai 2020. El Majar significa «hacia el mañana».
Ejemplos de letras hebreas y árabes combinadas en el Aravrit: alef (izquierda) y mem (derecha)
Turkenich se inspiró para crear su sistema de escritura en Haifa, ciudad donde se crió y una de las más integradas de Israel, en la que judíos y árabes se mezclan con frecuencia y donde el lenguaje árabe es omnipresente. Pero Turkenich se dio cuenta de que tendía a ignorar ese idioma al no entenderlo, y automáticamente prestaba atención al hebreo.
Cuando leyó un artículo de un oftalmólogo francés del siglo XIX, según el cual solo se necesita leer la mitad superior de las letras latinas para comprender lo que dicen, decidió probar la teoría con el hebreo. Descubrió que en realidad son solo las mitades inferiores de las letras las que se necesitan en hebreo; mientras que en árabe, afortunadamente, son las mitades superiores.
Al combinar las mitades superiores de los caracteres árabes y las inferiores de los hebreos, Turkenich creó Aravrit. Si bien sus diseños no están aún disponibles como fuente descargable, Turkenich los ha utilizado para diseñar joyas y platos de cerámica, así como la enorme escultura, de más de 12 metros de largo y cinco de alto, que forma la pieza central del pabellón israelí.
“Tanto el hebreo como el árabe tienen historias increíbles. No debemos borrarlos. Es lo mismo que la situación política: no podemos empezar desde cero», señala Turkenich, quien espera que el Aravrit conduzca a una mayor coexistencia. «Creo que Aravrit envía el mensaje de que ambos estamos aquí, y que bien podemos reconocernos. Eso se aplica a los judíos y los árabes israelíes, pero también a Israel y el mundo árabe».
*Periodista.
Fuente e imagen: JTA.
Traducción y versión NMI.