El portal israelí Ynet informa que las autoridades municipales de varios pueblos árabes del norte de Israel han rechazado enérgicamente el “Acuerdo del Siglo” anunciado esta semana por el presidente Trump y el primer ministro Netanyahu. El motivo no es que se estén perjudicando los intereses palestinos, sino que ellos temen dejar de ser israelíes.
El plan menciona al “Triángulo” de comunidades árabes, y cita por sus nombres a Kafr Kara, Arara, Baqa al-Gharbiyye, Umm al-Fahm, Kalanswa, Taibeh, Kafr Qasem, Tira, Kafr Bara and Jaljulia como territorios que serían trasferidos al eventual Estado palestino. El área, conocida también como Wadi Ara, tiene unos 250.000 habitantes.
El texto del plan estipula: “Esas comunidades, que se autoidentifican fundamentalmente como palestinas, iban a quedar originalmente bajo control jordano según las negociaciones de armisticio de 1949, pero fueron retenidas por Israel por motivos militares que desde entonces han perdido vigencia. Este plan contempla la posibilidad, sujeta a un acuerdo entre las partes, de que las fronteras de Israel sean modificadas para que las comunidades del Triángulo formen parte del Estado de Palestina”.
Umm al-Fahm, principal ciudad del Triángulo
Grito en el cielo.
“Esa es una pesadilla que no podrá implementarse”, exclamó Shuaa Massarweh Mansour, alcalde de Taibeh, quien además hizo un paralelo con lo que los palestinos llaman Naqba (“catástrofe”), o sea la creación del Estado de Israel: “No habrá otra Naqba. Nadie puede creer que ese plan pueda aplicarse, incluso si nos cuesta la santidad de nuestras vidas”.
Tras acusar a Trump y Netanyahu de haber formulado el plan para sus propios intereses políticos, Mansour agregó: “La paz se hace con el enemigo. Nosotros somos residentes del Estado, no somos enemigos. (…) La voluntad del pueblo es más poderosa que cualquier plan, especialmente cuando se trata de la voluntad y determinación del heroico pueblo palestino”.
Por su parte, el alcalde de Kalanswa, Abdulbast Salameh, prorrumpió: “Estamos en nuestra tierra y nadie puede decidir cómo vivimos. Queremos una paz justa. No será tan fácil trasferirnos a los territorios palestinos. La Paz no se hace por la fuerza, sino por el amor”.
Un miembro árabe de la Knesset, Yousef Jabareen, también expresó su temor: “Umm al-Fahm es mi pueblo de nacimiento. Wadi Ara es el paisaje de mi vida. Cientos de miles de ciudadanos árabes viven en el ‘Triángulo’ y ese es su hogar. El plan de Trump y Netanyahu traza las bases de una trasferencia y la revocación de su ciudadanía”.
Traducción de todo esto: ¿Vamos a dejar de ser ciudadanos israelíes? ¡Ni por casualidad!
Ahora resulta que sí están orgullosos de ser ciudadanos de la “entidad sionista”. ¿Qué pasó con el discurso nacionalista palestino? Eso era para los demás. “¿Somos enemigos de Israel? ¡No!”. Sería una “pesadilla” perder los derechos civiles, el nivel de vida y la calidad de los servicios de que disfrutan como israelíes. ¿Dejar de ser las víctimas favoritas del mundo, dejar de recibir fondos de caridad internacionales, empezar a ser ciudadanos de un Estado independiente gobernado por palestinos? ¡Eso iría contra la voluntad del pueblo palestino! ¡Sería una Naqba, Alá no lo permita!