Yehuda Krell*
Un 6 de julio de 1348, el papa Clemente VI emitió una bula para proteger a los judíos acusados de ser los causantes de la Peste Negra. Entre los años 1348 y 1351, ante una aterrada población europea, decenas de miles de judíos fueron masacrados y centenares de comunidades fueron arrasadas por turbas de cristianos que consideraban a los hebreos los generadores y diseminadores de la peste.
En la Edad Media el judío era visto como el diablo, un deicida; su misión en el mundo era destruir a la civilización cristiana mediante el envenenamiento de las aguas, los crímenes rituales, las profanaciones y brujerías, entre múltiples acusaciones.
Clemente VI, un papa conocido como defensor de los perseguidos y por trabajar en favor de los oprimidos, condenó con su bula toda violencia contra los judíos, e incluso les ofreció un refugio en su territorio; además, instó al clero a tomar medidas para proteger a los hebreos. Pero el llamado del papa no logró frenar la escalada de violencia antijudía en distintos países católicos, y las comunidades fueron severamente diezmadas por el extremismo religioso.
La masacre de los judíos de 1349, según el manuscrito Antiquitates Flandriae, datado en 1377. Biblioteca Real de Bélgica
(Fuente: Beit Hatefutsot)
La apología antijudía no evitó que la peste aniquilara a casi la mitad de la población europea, que se encontraba indefensa ante la carencia de recursos y una ausencia de conocimientos médicos sobre el mal. Sin embargo, a los argumentos del odio se fueron sumando a otros preexistentes, y con el tiempo se arraigaron en todo un continente.
Hoy, a más de seis siglos de esos trágicos acontecimientos, de manera inaudita, la intolerancia y el odio antijudío vuelven a reaparecer con teorías de una nueva conspiración judía a partir de la pandemia del coronavirus. La acusación tiene un denominador común: los judíos, el sionismo y el Estado de Israel son los culpables de desarrollar, diseminar y beneficiarse del azote de la nueva peste. Esto se desprende de un riguroso informe sobre antisemitismo publicado recientemente por el Centro Kantor de la Universidad de Tel Aviv.
De la documentación del citado centro de investigación se obtienen conclusiones sumamente sorprendentes y por demás preocupantes: en los últimos meses, desde marzo hasta junio, se ha desarrollado un “antisemitismo del coronavirus” que es intenso y continuo, alimentado por el elevado nivel de miedo y ansiedad que existe en muchos grupos y poblaciones. El mismo es global: se manifiesta tanto en Europa como en América y los países musulmanes.
Los argumentos son clásicos: consisten en seguir culpando a los judíos de las calamidades mundiales, y se vuelve a recrear la imagen del judío demoníaco. Los propaladores pertenecen a segmentos de la extrema derecha, del cristianismo ultraconservador o del islamismo radical, quienes lo difunden en diferentes idiomas por sus medios de comunicación: redes sociales, canales de televisión y radio, y la prensa escrita.
El coronavirus como un “Caballo de Troya” de los judíos. Esta imagen ha sido difundida en el mundo musulmán
(Fuente: The Jerusalem Post)
Con argumentos tales como que “Israel es el virus más peligroso para la humanidad”, se niega la legitimidad del Estado judío y se lo acusa de utilizar el virus como un arma contra países del Medio Oriente como Turquía, Irán y su región de influencia. Acusan a Israel de haber inventado y propagado el virus, para así ganar grandes sumas de dinero gracias a la venta de fármacos y de una vacuna que ya se está probando.
Según otras interpretaciones musulmanas, el coronavirus es una herramienta de los “enemigos del Islam”, que al ser una religión de un amplio número de naciones, la peste fue creada para su destrucción. Sostienen que los “sionistas”, en colaboración con Estados Unidos, son la fuente de la pandemia, y se beneficiarán de esta cuando en el Medio Oriente mueran miles de musulmanes. Culpan a Israel y a su ejército de propagar intencionalmente el coronavirus entre los palestinos, y en especial entre los presos que se encuentran en cárceles israelíes.
En Occidente, el complot se presenta como una versión moderna del libro Los Protocolos de los Sabios de Sión; ahora se acusa a los judíos de propagar intencionalmente el virus con objeto de socavar la economía y la sociedad de los diferentes países. De esta manera se refuta la acusación de que son los chinos los culpables de la plaga, sino que se trata en verdad de una “gripe judía”.
En Estados Unidos, las calumnias provienen sobre todo de grupos que defienden la supremacía blanca y de cristianos ultraconservadores; si bien las diatribas están dirigidas contra todos los judíos, hacen hincapié en los grupos ultraortodoxos, alegando que ellos no acatan las leyes civiles, por lo que al contagiarse infectan a toda la sociedad.
“Los judíos asquenazíes tienen una probabilidad 66,6% mayor de contraer el coronavirus debido a sus cavidades nasales más grandes de lo usual”. Esta caricatura y su argumentación están directamente emparentados con la propaganda nazi
(Fuente: cst.org.uk)
Asimismo, el asesinato de George Floyd llevó a un aumento del discurso antisemita: acusan a los judíos de haber sido traficantes de esclavos, y que la policía israelí entrena a la de Estados Unidos en crueldad y racismo, asociando a los negros con los palestinos, quienes compartirían así el mismo duro destino
En Francia circuló una conocida caricatura de la ex ministra de Salud de ese país, Agnès Buzyn, quien aparece envenenando un pozo de agua con cara de contenta y una nariz larga que alude a su condición judía. En Alemania, manifestantes salieron a la calle portando carteles con una estrella de David y slogans antisemitas para protestar contra las medidas adoptadas contra la pandemia.
Los argumentos son clásicos: consisten en seguir culpando a los judíos de las calamidades mundiales, y se vuelve a recrear la imagen del judío demoníaco
Podemos concluir que las teorías de una conspiración judía avanzan con una velocidad superior a la expansión del mismo virus. Son los predicadores del odio quienes, como han hecho en el pasado, pretenden recrear, a partir del miedo, un enemigo a quien culpar, ya sea por su antijudaísmo clásico o por su ignorancia e ineptitud en encontrar un freno a la peste.
Sabemos, por analogía histórica, que de la pandemia vamos a salir golpeados, más pobres, con serios problemas económicos, laborales, y sociales; de allí la necesidad de neutralizar a los propagadores antisemitas, para que en estos difíciles momentos que vivimos no se cargue de mayor desazón a las gentes ni se desvíe la atención de las reales urgencias que tienen las sociedades de aprender a convivir sin contagiarse con el Covid 19, que, en apariencia, llegó para quedarse con nosotros por un buen tiempo.
*Profesor de Historia Judía en Buenos Aires, Argentina.
Fuente: Radio Jai. Versión NMI.