L a Torá dice que nuestros antepasados se trasladaron de un lugar llamado Refidim al desierto de Sinaí. Surge la pregunta de por qué la Torá consideró necesario precisar que fue de Refidim el lugar desde donde partieron los hebreos. Nuestros sabios explicaron que llegaron al Sinaí en el estado de ánimo “refidim”.
La raíz etimológica de “refidim” es la palabra hebrea “rifyón”, que significa debilitamiento. Nuestros antepasados experimentaron un debilitamiento en su entusiasmo y manifestaron aprensión y temor a medida que se acercaban al encuentro con su destino en el Sinaí.
Dios los había distinguido de entre las naciones al otorgar su mandato sobre ellos. Muy conscientes de lo que significaba ser elegidos por Dios, se preocupaban por su solvencia espiritual. Habían vivido durante más de dos siglos influenciados por la idolatría egipcia y la depravación de esa sociedad. ¿Podrían arrepentirse y trasformarse en siete cortas semanas? ¿Podrían vivir una vida justa y exaltada? ¿Eran dignos de la tarea que se les encomendaría?
El ataque de Amalék en contra de nuestros antepasados representó el asalto metafórico al espíritu hebreo. Cuando bajaron su autoestima, se expusieron al ataque amalequita. Por dudar de su propia capacidad se hicieron vulnerables
La semilla de la duda es saludable, mantiene nuestro ego bajo control. Pero a dicha semilla no se le debe permitir controlar nuestro estado de ánimo. Hay que centrarse primero en nuestras habilidades y fortalezas; solo entonces podremos poner nuestras preocupaciones en perspectiva.
Una mujer se quejó una vez ante un famoso rabino: “Yo no sé por qué, pero niego todos los favores que me solicitan. He estado en terapia durante años, pero parece que no tengo remedio”. El rabino le respondió que ella estaba demasiado centrada en sus defectos. Al concentrarse en ellos, nubla su potencial para el bien. El rabino sugirió que en vez de luchar con la oscuridad de su alma, debía centrarse en encender su llama espiritual. “En estos momentos, no te preocupes por tus conflictos internos”, dijo el rabino. “Busca oportunidades para realizar favores y esfuérzate por llevarlos a término”.
Cuando nuestros antepasados llegaron al Sinaí dejaron Refidim atrás. Se centraron en sus rasgos positivos y su confianza se reforzó. Nosotros también debemos aprender a dejar atrás nuestro Refidim, debemos aprender a concentrarnos en lo positivo, aprender a encender una vela en vez de luchar contra la oscuridad. Tanto si se está buscando nuevas oportunidades de empleo, la exploración de posibles cambios de carrera, buscando un shidúj o criar nuestros hijos, a menudo fracasamos antes de lograr el éxito. Es fácil desesperar y ser asaltado por dudas de insuficiencia. Sin embargo, nos incumbe reconocer y dominar nuestras fortalezas y centrarnos en lo positivo.
Esto es más cierto aún en el frente espiritual. Al considerar los muchos mandamientos de la Torá, es posible que la desesperación surja al tratar de cumplir con todos los 613 preceptos. Puede que no hayamos sido educados con la observancia religiosa. Es posible que no estemos acostumbrados a la senda de la Torá. ¿Es apropiado acercarse a Dios cuando cargamos los pecados de nuestro pasado?
Si nos centramos en nuestro pasado negativo, en nuestro Refidim interior, perderemos la confianza en nosotros mismos y, poco a poco, nos tornaremos apáticos de la Torá. Nos expondremos a nuestro Amalék interior y perderemos nuestra pasión por el Judaísmo. La alternativa es canalizar nuestras mentes y pensamientos hacia el infinito potencial de nuestra neshamá, nuestra alma judía.
Dentro de cada judío hay un alma, un fragmento virtual de la Divinidad; el alma clama a Dios y anhela cumplir sus mandamientos. Para el alma, cada mitzvá cumplida genera pulsos de energía divina. Cada mitzvá es un canal precioso de alegría y una fuente de éxtasis espiritual.
Somos capaces de aprovechar la pasión del alma. Somos capaces de vivir de acuerdo con el mandato de Dios, pero solo si lo intentamos. Poco a poco, podemos crecer, paso a paso, día a día, podemos elevarnos. El camino lento es a menudo el camino seguro. En este caso, también es el camino que el sabio sabe es el conveniente.
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