En pocos días celebramos Rosh Hashaná, el inicio del año nuevo judío. Es una de las cuatro ocasiones en las cuales se celebra un año nuevo. El del mundo esta vez. Pero está el de los árboles, el de los reyes y el del diezmo del ganado.
Rosh Hashaná es el más emblemático, pues da inicio a los diez días del perdón que preceden al Día del Perdón, Yom Kipur, y es también el inicio del mes de Tishrei, repleto de festividades que incluye también la alegre Fiesta de las Cabañas, Sucot.
Rosh Hashaná señala el carácter universalista del pueblo judío y de su religión. El año nuevo no es una celebración particular o exclusiva, pues se celebra la creación del mundo tal como lo conocemos, y se le pide a Dios por el bienestar de toda la humanidad. Las plegarias del día son extensas, y contienen peticiones por la buena marcha de todos los seres humanos y sus naciones. Es el día en el cual el Todopoderoso juzga y decide el futuro de todos, sin distingo de credos. Los judíos tienen la obligación de orar, arrepentirse, enmendar y actuar bien.
Los judíos tienen características y comportamientos distintos al resto de los grupos humanos. En realidad, igualdad es el derecho que se tiene a ser diferente, siempre y cuando se respeten los unos a los otros. Pero esas diferencias de concepción y de enfoque de la vida, esa religión exclusiva y no proselitista, no convierte a la nación hebrea en un grupo humano que no se inserta en el concierto de las sociedades cuando no se vive en Israel, o en el concierto de las naciones, del mundo, cuando hablamos del Estado judío independiente que es Israel.
Israel ha sido tratado por muchos y por mucho tiempo en forma injusta. Ha sido a los países del mundo lo que el judío a las sociedades donde vivía cuando ha privado el antisemitismo. La fortaleza real e intrínseca que significa un Estado judío independiente ha ido cambiando esto. Pero aún hay vestigios, y una mutación del antisemitismo hacia un término en apariencia más elegante y no tan despreciable, como es el antisionismo. Sin lugar a dudas, es este último el antisemitismo de nuestros días, y la carta de presentación de algunos ignorantes, pero más aún de verdaderos antisemitas pretendiendo camuflarse.
La semana pasada, en el marco de la Liga de Campeones, UEFA, el equipo Paris Saint Germain visitó Israel para jugar con el Macabi Haifa. Hacía bastante tiempo que no se celebraba un encuentro de esta categoría en suelo israelí, y no solo por la dificultad que tienen los equipos israelíes para clasificar. Miedo a atentados, pandemia y otras sinrazones han privado a los israelíes de gozar del espectáculo y ambiente que se deriva de estos eventos. Ver a Leonel Messi y sus compañeros, la afición enardecida y el antes y el después del juego, además del juego, nos hicieron sentir que Israel y sus habitantes son parte de esa universalidad que se traduce en intercambios, juegos, emociones, y hasta cierta banalidad que bien dosificada significa mucho para la salud mental de un país.
El Estado de Israel no se fundó para que se pudieran hacer torneos deportivos allí. No fue su finalidad específica. Pero sí lo fue tener un país, un Estado judío, con sus particularidades y con todos los derechos para participar en las actividades propias de los países y sociedades que conforman buena parte del mundo civilizado.
Los judíos tienen características y comportamientos distintos al resto de los grupos humanos. En realidad, igualdad es el derecho que se tiene a ser diferente, siempre y cuando se respeten los unos a los otros
Al escribir esta nota, el jefe de Hezbolá, Nasrala, da un ultimátum a Israel por si se inician ciertas actividades en la plataforma gasífera del país costa afuera, amenazando con su arsenal de cohetes. Todos los días se desmantelan atentados contra la población israelí. Gaza y Hamás no dan tregua a Israel, el acuerdo nuclear con Irán resulta en una preocupación por demás real y cierta.
Este año nuevo oramos por la paz de Israel y del mundo, por el bienestar de todos. Queremos un feliz año nuevo para todos, para el mundo. Y que las disputas se limiten a como las del Paris Saint Germain frente a Macabi Haifa. Quizá con un triunfo del equipo israelí, si no es mucho pedir.