Los analistas occidentales piensan lo contrario, porque ven la guerra a través del lente de las fracasadas doctrinas contrainsurgentes de EEUU en Iraq y Afganistán
Andrew Fox*
Mientras las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevan a cabo un nuevo ataque en el norte de Gaza, enfrentan fuertes críticas de funcionarios y analistas occidentales que preguntan por qué las FDI acuden repetidamente a áreas que ya habían despejado. Los críticos afirman que este comportamiento refleja una falla en el diseño operativo, o que incluso es una prueba de que la campaña de Israel contra Hamás ha fracasado. El error, sin embargo, reside en sus propias suposiciones.
Estos críticos miran las tácticas de las FDI a través del lente occidental de la contrainsurgencia (COIN), doctrina que los ejércitos estadounidenses y europeos aplicaron en sus fallidas campañas en Afganistán e Irak. En la “guerra global contra el terrorismo”, las tácticas occidentales consistieron en apoderarse de una porción de territorio y limpiarlo de enemigos mediante la fuerza militar. El plan entonces era controlar el territorio a través de bases operativas avanzadas y tratar de generar una gobernanza alternativa en esas áreas mientras se les brindaba seguridad. Este sistema significaba que nuestros enemigos, incrustados en la población civil local, siempre sabían dónde estábamos y qué rutas probablemente usaríamos. Podían lanzarnos morteros, cohetes y artefactos explosivos improvisados a voluntad. Fue una receta para una violencia interminable y un gran número de víctimas.
En el caso de la guerra de Gaza de 2023-24, los críticos occidentales han malinterpretado de manera casi cómica lo que el ejército israelí está tratando de hacer. El error del análisis occidental es siempre el mismo: «No lo haríamos de esa manera». Sin embargo, las FDI no tienen absolutamente ninguna intención de utilizar las tácticas COIN que Occidente intentó en Afganistán e Iraq. ¿Por qué lo harían? Esas tácticas fueron un desastre absoluto en ambas campañas, que terminaron en derrotas humillantes a manos de ejércitos tecnológicamente inferiores.
Las tácticas COIN consumen mucho tiempo y son costosas. También requieren enormes cantidades de tropas para “mantener” el terreno durante años, si no indefinidamente. Suponiendo que las proporciones doctrinales occidentales sean de 1 soldado por cada 40 civiles, Gaza requeriría un despliegue permanente de 50.000 tropas antes de siquiera considerar habilitar una logística, ingeniería, artillería y similares.
Una columna de humo se eleva sobre Rafah tras el bombardeo israelí a posiciones de Hamás este 25 de mayo
(Foto: AFP)
Los costos económicos de movilizar al ejército reservista de las FDI de manera duradera serían astronómicos. Semejantes tácticas también serían increíblemente derrochadoras, ya que Israel tiene una base segura en el lado israelí de la frontera de Gaza y, por lo tanto, puede disfrutar del lujo de comprometerse únicamente con operaciones basadas en inteligencia en el momento y en el terreno que elija, ventajas que Occidente no tenía ni en Iraq ni en Afganistán.
Entonces, ¿por qué las FDI repiten operaciones en zonas que ya han despejado, por ejemplo, en el hospital Shifa, o en las operaciones en curso en Jabaliya, que habían atacado desde el aire al comienzo del conflicto? Los críticos llaman a este enfoque “cortar el césped”, frase adoptada en Occidente para describir la falta de despliegue de tropas suficientes en Iraq o Afganistán, lo que llevó a la necesidad de repetidas depuraciones de las mismas áreas después de que se pensaba que habían sido “despejadas”. Sostengo que las FDI están intentando algo completamente diferente, y tiene sentido.
Los objetivos estratégicos de Israel son derrotar a Hamás y asegurar la frontera de Gaza con Israel, para evitar que se repita lo ocurrido el 7 de octubre. “Nunca más es ahora” no es solo un eslogan vacío. El diseño operativo de las FDI se basa en garantizar que el 7 de octubre nunca vuelva a suceder. Sin la posibilidad de una solución política duradera, así es simplemente cómo lucirá el éxito.
Las FDI no tienen absolutamente ninguna intención de utilizar las tácticas que Occidente intentó en Afganistán e Iraq. ¿Por qué lo harían? Esas tácticas fueron un desastre absoluto en ambas campañas, que terminaron en derrotas humillantes a manos de ejércitos tecnológicamente inferiores
En términos militares Hamás no será destruido, lo que significa que el combate resultará totalmente ineficaz. Hamás es demasiado numeroso y está demasiado arraigado en Gaza, donde cada hombre en edad de luchar es un futuro combatiente potencial de Hamás. Su estructura celular los hace difíciles de atacar, y cuando un comandante muere, han demostrado la flexibilidad para ascender al siguiente sustituto. También se están distanciando en gran medida de la lucha en Gaza, confiando en trampas explosivas, bombas improvisadas y enfrentamientos con armas pequeñas, evitando combates decisivos. Esto los hace difíciles de eliminar.
Sin embargo, lo que sí es posible es derrotar a Hamás. En términos doctrinales occidentales, “derrotar” a un enemigo significa reducirlo al 50%-69% de su fuerza de combate. Como la de Gaza no es una guerra convencional ni una operación antiterrorista en el sentido clásico de ambas, podemos definir la derrota como la eliminación de la capacidad de Hamás de repetir un 7 de octubre.
Entonces, ¿cómo planean las FDI lograr el objetivo de derrotar a Hamás? ¿A través de una solución política? Definitivamente no. Nadie en el escenario internacional ha expresado interés alguno en ayudar con la gobernanza en Gaza. Tampoco hay evidencia de que estos socios inexistentes harían otra cosa que actuar como escudos humanos para Hamás, haciendo imposible que Israel ataque a sus enemigos cuando sea necesario. La idea de que existe algún dispositivo mágico para convencer a un número considerable de habitantes de Gaza de abrazar una alternativa política a Hamás que sea de algún modo favorable para Israel, puede considerarse generosamente una fantasía. Según las encuestas, el 2% de los habitantes de Gaza apoyan una administración respaldada por Israel. La mayoría quiere que Hamás regrese.
Sí es posible derrotar a Hamás. En términos doctrinales occidentales, “derrotar” a un enemigo significa reducirlo al 50%-69% de su fuerza de combate. Como la de Gaza no es una guerra convencional ni una operación antiterrorista en el sentido clásico de ambas, podemos definir la derrota como la eliminación de la capacidad de Hamás de repetir un 7 de octubre
El gabinete de guerra de Israel ha recibido grandes críticas nacionales e internacionales por su falta de un plan para el “día después” en Gaza, de lo que se han hecho eco en los últimos días el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el miembro del gabinete de guerra Benny Gantz. Por lo tanto, los planificadores de las FDI se enfrentan al diseño de operaciones para lograr un objetivo vagamente definido, sin un estado final estratégico claramente articulado para su desarrollo por parte del liderazgo político, tal vez en parte porque el “estado final” puede resultar insatisfactorio para los oídos occidentales. Entonces, ¿cómo han afrontado este desafío?
Si nos fijamos en lo que es posible, en cuál es la mejor versión del “éxito” y en lo que está haciendo Israel, sostengo que en Gaza estamos viendo una obra maestra de diseño operativo dentro de severas limitaciones impuestas políticamente. Las FDI no están intentando despejar Gaza. Sin capacidad para imponer un acuerdo político allí, y con el deseo de Gaza de que Hamás continúe gobernando, la respuesta de las FDI es: tengan a Hamás. Pero la versión de Hamás que obtendrán los habitantes de Gaza será una versión militarmente muy degradada y, lo que es más importante, con grandes extensiones de sus túneles e infraestructura civil destruidas. En otras palabras, las FDI pretenden reemplazar a Hamás 3.0 —la versión que libró tres guerras contra Israel y luego lanzó los brutales ataques sorpresa del 7 de octubre— con Hamás 1.0, la que se apoderó de la Franja de Gaza de manos de al-Fatah en junio de 2007.
Para lograr ese fin, las FDI han arrasado metódicamente con toda la infraestructura de Hamás que pudieron encontrar en la ciudad de Gaza, Jan Yunis y ahora Rafah. Han asegurado el corredor de Netzarim, para controlar la libertad de movimiento de sur a norte. Parece que están intentando hacer lo mismo a lo largo del Corredor Filadelfia y la frontera sur de Gaza con Egipto, para cortar la entrada de armas y suministros a Hamás.
La idea de que existe algún dispositivo mágico para convencer a un número considerable de habitantes de Gaza de abrazar una alternativa política a Hamás que sea de algún modo favorable para Israel, puede considerarse generosamente una fantasía. Según las encuestas, el 2% de los habitantes de Gaza apoyan una administración respaldada por Israel. La mayoría quiere que Hamás regrese
El software de reconocimiento facial en áreas controladas permite a las FDI impedir que los comandantes conocidos de Hamás se movilicen. Esta técnica también permite a las FDI atacar cuando se identifican concentraciones de Hamás, degradar su poder y luego retirarse nuevamente. Eso es lo que vimos en el hospital Shifa y estamos viendo ahora en Jabaliya.
Al mismo tiempo, las FDI han destruido metódicamente edificios para crear una zona de amortiguamiento de 1 kilómetro alrededor de la frontera con Gaza, una medida que evitará que se repita lo ocurrido el 7 de octubre. Si Israel lo logra, nadie en Gaza se podrá acercar a la frontera nuevamente. Sin embargo, aún está por verse si Washington se opondrá a esta política, razón por la cual, para Israel, el objetivo estratégico clave en Gaza es limitar en la medida de lo posible la internacionalización de la Franja a través de esos planes fantasiosos para “el día después”.
Tal como están las cosas, el estado final operativo parece ser que se destruye una importante porción de la infraestructura de Hamás, se degrada severamente su capacidad de combate y se asegura la frontera, mientras que las FDI conservan la capacidad de atacar Gaza a voluntad. Todo esto ha ocurrido mientras se puso a cientos de miles de civiles fuera de peligro y se minimizaron las víctimas inocentes (dejando de lado las tácticas de escudos humanos de Hamás). Como ha señalado repetidamente John Spencer, director de estudios de guerra urbana en el Modern War Institute de West Point, los esfuerzos que han hecho las FDI para proteger a los civiles no tienen precedentes en la guerra urbana moderna.
Tanto los logros tácticos como estratégicos de la campaña de las FDI en Gaza son totalmente reales. El diseño operativo que permitió estos logros, por supuesto, tiene sus desventajas. En primer lugar, la destrucción de la infraestructura civil requerirá un esfuerzo masivo de reconstrucción. Si bien las muertes de civiles inocentes son reales y trágicas, la proporción de muertes de casi 1 a 1 entre combatientes y civiles sigue siendo muy baja en comparación con otros conflictos.
Los egipcios se han mostrado muy nerviosos respecto del control israelí de la frontera sur. Ahora sabemos por qué: desde el inicio de la operación de Rafah, las FDI han descubierto unos 50 túneles que cruzan desde Gaza hacia Egipto, lo que sugiere un alto y continuo grado de complicidad entre los líderes de Hamás y los dirigentes militares y políticos de El Cairo
En segundo lugar, los egipcios se han mostrado muy nerviosos respecto del control israelí de la frontera sur. Sin embargo, ahora sabemos por qué: desde el inicio de la operación de Rafah, las FDI han descubierto unos 50 túneles que cruzan desde Gaza hacia Egipto, lo que sugiere un alto y continuo grado de complicidad entre los líderes de Hamás y los dirigentes militares y políticos de El Cairo.
Militarmente, las FDI están paralizadas por la presión internacional para frenar las operaciones y la incertidumbre sobre lo que sigue en Gaza, una decisión que puede estar al menos parcialmente fuera del control de Israel. Por nuestra parte, los críticos occidentales debemos aceptar que, según la evidencia de los últimos 20 años, nuestras tácticas no son recomendables. Lo que estamos viendo en Gaza no es un fracaso; es un diseño operativo de las FDI bastante brillante, dentro de los límites de lo que es realmente posible.
*Andrew Fox sirvió como oficial en el ejército británico de 2005 a 2021 y se retiró con el rango de Mayor. Completó tres rondas en Afganistán, incluida una adscrita a las Fuerzas Especiales del Ejército de EEUU. También sirvió en Bosnia, Irlanda del Norte y Oriente Medio. Es profesor en la Real Academia Militar de Sandhurst.
Fuente: Tablet (tabletmag.com).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.