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Queridos lectores:
El tiempo trascurre rápidamente, aun más con la avalancha de información que a diario manejamos, gracias a todos los acontecimientos que literalmente vivimos como propios, debido al uso a veces indiscriminado de las redes sociales que nos embotan y nos alejan de los eventos que en nuestro calendario judío se destacan, como lo es, sin duda, la entrega de la Tora dentro de la festividad de Shavuot.
El Talmud establece que el pueblo judío, la Tora y Dios son uno, indivisibles, y que todos juntos forman el triángulo del Maguén David que de forma equidistante se entrelazan uno con otro, sin importar el punto de partida.
Ahora bien, arrancando con de esta idea, podríamos establecer el siguiente concepto: el protagonista principal de Pésaj y la salida de Egipto fue sin duda Hashem bendito, quien nos sacó de la esclavitud “con mano fuerte y brazo extendido”, como reza la Hagadá. En la misma secuencia de hechos llegamos a la cuenta de sefirat haomer, donde vamos contando cada día, aspirando llegar a la entrega de la Torá con un nivel espiritual superior al que poseíamos siendo esclavos en Egipto. Y en esta secuencia, fue sin duda Am Israel quien tuvo que hacer el esfuerzo interno para llegar a pulir sus cualidades y su interior, lleno de costumbres e ideas dadas por su condición de esclavos, en un medio ambiente tan hostil como el egipcio.
Pasando la cuenta de las siete semanas, como el nombre de la festividad lo establece, llegamos a la celebración de Shavuot, cuando nos fue entregada la Torá, que sin duda simboliza el ente protagónico de esta fiesta que muchas veces pasa inadvertida en nuestro calendario, simplemente por no saber el gran alcance que ganó la humanidad al poseer la Torá como manual de vida ético y moral por excelencia.
En este mismo contexto, existe una incongruencia aparente en la lectura del pasuk de la Hagadá que dice: “Si nos hubiese llevado al pie del monte Sinai y no nos hubiese dado la Tora, ¡Dayénu!”.
¿Cómo podemos afirmar este pasuk si partimos de la base de que Hashem, Am Israel y la Torá son un triángulo indivisible que forma un todo absoluto?
Pues bien, una de las respuestas que ofrecen los jajamim se basa en el hecho de que Am Israel ganó tal nivel de Emuná durante los 49 días antes de llegar al pie del monte Sinai, que afirmaron sin duda alguna la famosa frase Naasé Venishmá, “Haremos y escucharemos”, con la que se comprometían de manera absoluta y con pleno convencimiento a cumplir las mitzvot de la Torá aun sin haberlas escuchado ni haberlas recibido en físico con la entrega de las Tablas de la Ley.
El nivel de Emuná alcanzado por Am Israel fue tan elevado y perfecto que su lazo con el Creador del Mundo los llevó a dejarse conducir sin protesta ni duda, por Quien los había sacado de Egipto y Quien obró milagros tan maravillosos como los que ellos observaron durante su travesía por el desierto, hasta llegar al pie del monte Sinai.
En pocas palabras, Am Israel se “resteó” con Su Creador y Lo siguió fiel y firmemente en todo lo que el maestro, Moshé Rabéinu, les iba dictaminando a través del camino hacia la libertad.
Quiera Dios que nosotros, en esta generación, alcancemos el nivel de Emuná y compromiso total con las mitzvot que nuestros antepasados alcanzaron, teniendo claro y no dudando que todo, absolutamente todo lo que viene de Dios, es bueno y es lo que nos conviene, obteniendo así la paz y tranquilidad espiritual que tanto anhelamos, sobre todo en estos momentos de inestabilidad en nuestra comunidad, en nuestro país y en todo el mundo.
Que recibamos nuevamente la Torá con alegría y aceptación total de sus mandamientos, y toda la dulzura que emana de ella, para esperar tiempos mejores. ¡Amen ve amen!
Jag Saméaj para mi querida comunidad, y mi agradecimiento al rabino Samuel Benarroch, quien me impartió los conocimientos desarrollados en este artículo.