Dalia Ziada, quien se vio forzada a huir de su país por criticar a Hamás, explica los motivos por los que El Cairo ha asumido una inesperada posición contra Israel
Gianluca Pacchiani*
Un importante punto de fricción en las tambaleantes negociaciones de alto el fuego entre Israel y Hamás gira en torno al control del corredor Filadelfia, una extensión de 14 kilómetros a lo largo de la frontera entre la Franja de Gaza y la península del Sinaí en Egipto.
La semana pasada, el primer ministro Benjamín Netanyahu defendió durante una conferencia de prensa que Israel mantenga una presencia militar en esa zona, calificándola de «imperativo estratégico» para impedir que el grupo terrorista Hamás se rearme.
Pero tanto Hamás como Egipto se han opuesto vehementemente a la posibilidad de que las FDI permanezcan en el corredor Filadelfia. Aunque la causa de la objeción de Hamás es evidente —el corredor es a menudo considerado como el “ducto de oxígeno” de la organización terrorista, ya que es el único contacto de Gaza con el mundo exterior aparte de Israel —, la resistencia de Egipto ha desconcertado a muchos, ya que El Cairo comparte una larga frontera con Israel que se extiende por más de 160 kilómetros al sur de la Franja de Gaza.
Dalia Ziada, activista de derechos humanos, autora y analista egipcia
(captura de pantalla)
En una reciente entrevista con The Times of Israel, la analista egipcia Dalia Ziada analiza muy críticamente la postura de El Cairo. “Los negociadores egipcios deberían acercarse a Israel desde un punto de vista de cooperación, en lugar de aplicar presión”, dice Ziada, quien recientemente se mudó a Washington, DC. “La seguridad nacional de nuestros dos países es interdependiente”, agrega. “Israel ha ayudado a Egipto en el pasado contra las milicias islamistas en el Sinaí, y la cooperación entre ambos ha sido muy exitosa en el pasado. ¿Por qué Egipto no hace lo mismo con Israel ahora?”
Ziada señala que la retórica en el discurso de los medios oficiales egipcios se ha vuelto más positiva hacia Hamás después del 7 de octubre. Ya no se la califica como una organización terrorista sino como “grupo de resistencia”, a pesar de que sus milicias han asesinado a soldados y civiles egipcios en el Sinaí en el pasado.
Ziada ve tres razones para la negativa de Egipto a cooperar con Israel en el controvertido corredor: la oposición de las tribus beduinas del Sinaí, la vergüenza de los líderes egipcios por su fracaso en asegurar su frontera con Gaza, y la posible reacción de la sociedad egipcia y el mundo árabe en general.
La retórica en el discurso de los medios oficiales egipcios se ha vuelto más positiva hacia Hamás después del 7 de octubre. Ya no se la califica como una organización terrorista sino como “grupo de resistencia”, a pesar de que sus milicias han asesinado a soldados y civiles egipcios en el Sinaí en el pasado
Durante al menos dos décadas, las tribus beduinas del Sinaí se han beneficiado del contrabando de todo tipo de bienes a Gaza, incluyendo armas, a través de túneles bajo la frontera. A pesar de un esfuerzo egipcio en 2015 para inundar y cerrar esos túneles en cooperación con Israel, señala Ziada, las tribus beduinas y Hamás encontraron formas de reanudar sus operaciones, gracias a la complacencia de integrantes corruptos de las fuerzas de seguridad egipcias. En la actualidad, “Egipto se cuida de no provocar la indignación de las tribus del Sinaí cerrando de nuevo su fuente de ingresos, especialmente en el contexto de la actual crisis económica”, afirma Ziada.
En los últimos meses, después de que las FDI tomaran el control del corredor Filadelfia, han descubierto decenas de túneles que cruzan hacia Egipto, incluyendo uno lo suficientemente grande como para que circulen vehículos.
Ziada cree que las autoridades de seguridad egipcias se sienten avergonzadas de admitir que funcionarios corruptos permitieron a las tribus reabrir los túneles con Gaza. “Todas las declaraciones oficiales egipcias insisten en que los túneles no existen, a pesar de las imágenes muy claras que han mostrado las FDI. Los túneles son una prueba de que el ejército egipcio fracasó en su misión principal de asegurar las fronteras y proteger la seguridad nacional de Egipto. Ahora enfrentan la posibilidad de que los israelíes desempeñen ese papel de proteger la frontera en su lugar”, explica Ziada.
Un túnel inusualmente grande descubierto por las tropas israelíes en el corredor Filadelfia
(Foto: FDI)
Aceptar el control israelí del corredor Filadelfia afectaría negativamente la imagen del presidente Abdel Fatah al-Sisi, tanto dentro de Egipto como en todo el mundo árabe, donde el apoyo a Hamás y la causa palestina es generalizado. “Lo haría aparecer como cómplice de Israel”, afirma Ziada.
“La narrativa presentada en los medios árabes no es que Israel quiere controlar el corredor Filadelfia para evitar el contrabando de armas a Hamás y evitar otro ataque como el del 7 de octubre, sino que Israel quiere ‘asfixiar aún más al pueblo de Gaza’”.
Tal vergüenza para al-Sisi sería muy inoportuna, en un momento en que el país está sumido en una profunda crisis económica. El descontento público ha ido en aumento tras años de mala gestión, la pandemia del coronavirus y las consecuencias de las guerras en Europa y el Medio Oriente, no solo en Gaza sino también en los vecinos Sudán y Libia.
Egipto ha estado luchando por revivir el lucrativo sector turístico diezmado por años de agitación, y los ataques de los hutíes de Yemen a las rutas marítimas del Mar Rojo han reducido drásticamente los ingresos del Canal de Suez. Además, un programa de reformas respaldado por Occidente, adoptado en 2016, ha provocado que los precios se disparen debido a las medidas de austeridad. Casi el 30 por ciento de los egipcios vive actualmente en la pobreza, según cifras oficiales.
“Todas las declaraciones oficiales egipcias insisten en que los túneles no existen, a pesar de las imágenes muy claras que han mostrado las FDI. Los túneles son una prueba de que el ejército egipcio fracasó en su misión principal de asegurar las fronteras y proteger la seguridad nacional de Egipto. Ahora enfrentan la posibilidad de que los israelíes desempeñen ese papel de proteger la frontera en su lugar”
Los ciudadanos egipcios han soportado frecuentes cortes de electricidad durante los últimos meses, un problema recurrente en el populoso país del norte de África que deja a la gente sin aire acondicionado en el implacable calor del verano. Mientras tanto, se han hecho virales los videos que ciudadanos graban desde la totalmente iluminada nueva capital administrativa del país, en construcción en las afueras de El Cairo.
Sin embargo, los llamamientos a manifestar no han obtenido respuesta, ya que los ciudadanos temen la represión. Amnistía Internacional informó en julio que, en el lapso de tres semanas, más de 100 personas fueron detenidas arbitrariamente por convocar protestas contra el gobierno.
Mantener una postura firme contra Israel parece ser una forma del gobierno de desviar la ira pública, concluye Ziada. “Gaza y la causa palestina son una oportunidad de oro para que los líderes egipcios encubran sus fracasos internos en la economía. Han exagerado mucho su reacción a lo que está sucediendo, para dirigir la indignación pública hacia Gaza. No quieren enfrentar una doble indignación pública”.
Soldados del ejército egipcio vigilan su lado del cruce de Rafah, cerrado desde principios de mayo de 2024
(Foto: AFP)
Dalia Ziada, quien es activista de derechos humanos y exdirectora de un grupo de expertos que promueve la democracia, pagó un alto precio por condenar públicamente a Hamás en su país natal. Inmediatamente después de la masacre del 7 de octubre no escatimó palabras para criticar a Hamás y a quienes lo apoyaban y justificaban sus acciones, llamándolos “cómplices de un crimen”.
El clamor público estalló cuando, unas semanas después, Ziada concedió entrevistas al Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), un grupo de expertos israelí, y a la emisora pública israelí Kan, en las que justificó la respuesta militar de Israel contra el grupo terrorista.
La reacción fue inmediata. Se presentaron denuncias ante los fiscales egipcios exigiendo que se la sometiera a juicio por ser “espía de Israel” y por “incitar crímenes de guerra”, y recibió amenazas de muerte. En noviembre de 2023 se vio forzada a huir y exiliarse en Estados Unidos, decisión que describe como “emocionalmente muy, muy difícil. Es como salir de tu propia piel. Pero no tuve otra opción”.
Actualmente vive en Washington, DC, donde se ha convertido en investigadora principal del Centro de Seguridad y Asuntos Exteriores de Jerusalén, grupo israelí de expertos anteriormente conocido como Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén. En su nuevo papel, y en cooperación con otros activistas, busca presentar a los tomadores de decisiones una “voz de la región” e “influir en la narrativa general que, lamentablemente, ha sido secuestrada por los islamistas, por los representantes políticos cataríes e iraníes”.
Los ciudadanos egipcios han soportado frecuentes cortes de electricidad durante los últimos meses, un problema recurrente en el populoso país del norte de África que deja a la gente sin aire acondicionado en el implacable calor del verano. Mientras tanto, se han hecho virales los videos que ciudadanos graban desde la totalmente iluminada nueva capital administrativa del país, en construcción en las afueras de El Cairo
“Existe un gran malentendido sobre la naturaleza del conflicto israelí-palestino”, explica. “En esencia es solo un conflicto por una tierra. Es muy similar, por ejemplo, al conflicto en Chipre. Dos pueblos quieren dividirse un determinado pedazo de tierra”.
Sin embargo, con el tiempo, a este núcleo se le añadieron dos capas: un conflicto regional entre Israel y el mundo árabe y, a partir de los años 80, una dimensión religiosa que enfoca el conflicto como una lucha entre el Islam y el Judaísmo.
Ziada sostiene que, tras la firma de los Acuerdos de Abraham entre Israel y cuatro países árabes en 2020, se ha producido un cambio histórico con respecto a las diferentes dimensiones de la disputa. “Los Acuerdos de Abraham demostraron que los árabes y los israelíes pueden ser buenos vecinos y buenos amigos, independientemente de lo que ocurra en el conflicto israelí-palestino. Disolvieron la capa del conflicto árabe-israelí. Solo quedan dos capas: la disputa israelí-palestina por la tierra, que es muy pequeña en mi opinión, y el conflicto islámico-judío, más grande y complejo”.
“Este último, lamentablemente, ha sido alimentado por Al Jazeera y los islamistas. Pero lo que estamos viviendo ahora ya no es un conflicto árabe-israelí”, concluye. “Es Irán contra Israel. Irán simplemente está utilizando a los árabes como peones contra Israel”.
*Periodista sobre asuntos árabes de The Times of Israel.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.