Natalio Steiner*
Es uno de los países más pobres del planeta. Con una larga historia de guerras y conflictos que templaron el carácter de sus habitantes. Solo durante el siglo XIX, derraparon en esos hostiles terrenos montañosos, secos, pedregosos, los británicos; en el siglo XX los rusos (que estuvieron 10 años intentando imponer un gobierno comunista) y ahora en el siglo XXI, Estados Unidos y los socios de la OTAN.
Son muchas las causas que generaron esta derrota: la fervorosa e idealista actitud del fanatismo talibán, una errónea política de EEUU que apoyó a gobiernos afganos corruptos en nombre de la democratización del país, un pésimo manejo del ejército afgano, un mal acuerdo de “paz” de Trump (febrero 2020), y las vacilaciones torpes de Biden que lo llevaron a este nuevo Saigón.
Talibanes posan en el palacio presidencial de Kabul tras conquistar la capital afgana, el 15 de agosto de 2021
El gobierno afgano se derrumbó en menos de 15 días, dejando a la población civilizada del país en manos de fanáticos salvajes que ya los aterrorizaron de 1996 a 2001. ¿Vendrán los actuales talibanes con un sesgo de moderación, o veremos las atrocidades que se han hecho, por citar ejemplos, sobre las mujeres? Es esta una pregunta básica y que en poco tiempo veremos su respuesta, que de por sí no es auspiciosa: el país ya ha sido denominado Emirato Islámico de Afganistán.
Es bastante probable que en este país vuelvan a reunirse las dispersas huestes de al-Qaeda y el ISIS haya encontrado una base para su reconstrucción y expansión. El tiempo lo dirá. Por el momento, lo que queda en claro es que el principal país del mundo ha trastabillado con un grupo de conservadores hombres de la montaña y del Corán, y que además ha perdido parte de su armamento de batalla que ha quedado en manos de estos siniestros personajes.
Por el momento, lo que queda en claro es que el principal país del mundo ha trastabillado con un grupo de conservadores hombres de la montaña y del Corán, y que además ha perdido parte de su armamento de batalla que ha quedado en manos de estos siniestros personajes
Hace tiempo que una potencia no era humillada de esta forma. Y esto se pagará muy caro. No solo EEUU pierde una posición estratégica en un país que limita con Irán y con China, sino que pierde pie en una región donde China consolida su nueva ruta de la seda y tendrá en Afganistán un paso principal. Por otro lado, el extremismo islamista fanático y enfermizo verá en este triunfo talibán un ejemplo de cómo se puede socavar a Occidente.
No en vano Hamás, que tiene el apoyo de Irán (que es chiíta) ha alabado la victoria de la guerrilla sunita, y la toma como ejemplo de cómo insistir en la lucha contra Israel. Los talibanes han logrado exactamente lo que el Hamás quiere para Palestina: un Estado islamista con minorías sometidas al mahometanismo.
Probablemente Europa también pague un precio por esta derrota: no sería de extrañar un aumento del terrorismo islamista cebado por esta victoria del fanatismo extremo. Por su lado, el triunfo talibán exaltará a las fuerzas revolucionarias de los ayatolas iraníes. Si bien es cierto que ambos regímenes religiosamente se detestan, han sabido en el pasado dejar de lado sus diferencias para pelear contra un mismo enemigo. De hecho, no pocos talibanes lucharon en Siria contra los rebeldes sirios y kurdos que trataron de terminar con la dictadura atroz de Bashar al-Assad.
En 20 años de lucha en Afganistán, ni EEUU ni Occidente aprendieron gran cosa respecto a la mentalidad a la que deben hacer frente. El islamismo extremo no se da nunca por derrotado: solo acepta treguas temporales, hasta que estas se trasforman en victorias por la credulidad de los ingenuos
Occidente tendrá en este triunfo de la barbarie una preocupación más, y no será menor. Es que Afganistán está lejos de nuestras retinas pero muy cerca de los temores que paralizan y llevan a concesiones insólitas, que terminan fortaleciendo al despiadado enemigo. En 20 años de lucha en Afganistán, ni EEUU ni Occidente aprendieron gran cosa respecto a la mentalidad a la que deben hacer frente. El islamismo extremo no se da nunca por derrotado: solo acepta treguas temporales, hasta que estas se trasforman en victorias por la credulidad de los ingenuos.
Más vale que de una vez por todas se aprenda la lección: cualquier concesión al extremismo islamista es un triunfo más en el camino de la barbarie por sobre la civilización.
*Director del portal Comunidades Plus, y corresponsal en Argentina de Enlace Judío.
Fuente y foto: Enlace Judío.
Versión NMI.