La posible exclusión del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de la lista de grupos terroristas marca una rendición total
Ben Dror Yemini*
Estados Unidos está muy consciente, o al menos debería estarlo, de que el recuento de víctimas del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán, en las últimas décadas, supera con creces a las provocadas por los talibanes, el Estado Islámico, al-Qaeda, Boko Haram y otros grupos. Estamos hablando de un cuarto de millón de personas que han perdido la vida en innumerables ataques terroristas durante las últimas dos décadas, la mayoría en el mundo musulmán.
Incluso trabajando juntos, los principales grupos terroristas del mundo nunca podrían compararse con toda la muerte, el derramamiento de sangre y la destrucción que el IRGC ha provocado, tanto directa como indirectamente.
Estos portadores de la muerte iraníes están involucrados en el terrorismo global, así como en asesinatos masivos a través de grupos que operan bajo sus auspicios, orientación y financiamiento, como los hutíes en Yemen, Hezbolá en el Líbano y diversas milicias pro-iraníes en Iraq. Algunas de sus acciones han estado incluso dirigidas contra los propios Estados Unidos.
Miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán marchando en Teherán
(Foto: AP)
Y, sin embargo, Washington parece demasiado dispuesto a eliminar al grupo más asesino del mundo de su lista de terroristas.
Desde 2007, el Congreso de los Estados Unidos debatió repetidamente si incluir al IRGC en la lista de entidades terroristas. En 2008, el senador John McCain acusó a su oponente en la candidatura a la presidencia, Barack Obama, de oponerse a un proyecto legislativo al respecto. El proyecto finalmente fue aprobado en el Senado con una mayoría de 76-22. Entre quienes se oponían estaba el bueno de Joe Biden, quien entonces se desempeñaba como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Por cierto, Hillary Clinton apoyó el proyecto de ley.
Sin embargo, a pesar de que el IRGC extendió aún más sus acciones durante el mandato de Obama, fue la administración Trump la que castigó al grupo con la etiqueta de terrorista en 2019.
Incluso trabajando juntos, los principales grupos terroristas del mundo nunca podrían compararse con toda la muerte, el derramamiento de sangre y la destrucción que el IRGC ha provocado, tanto directa como indirectamente
Sin duda, Estados Unidos es un gran aliado de Israel, pero preocupan los incesantes intentos por aplacar a Teherán. Los países europeos están financiando organizaciones que se oponen a la existencia misma de Israel o se dedican a la demonización del Estado judío. Y Estados Unidos, mientras tanto, está encabezando la aprobación de un generoso acuerdo que efectivamente daría a Teherán el visto bueno para seguir adelante con sus tácticas sediciosas, que causan muerte en masa y catástrofes humanitarias dondequiera que se emplean.
¿Justifica la creciente demanda de petróleo, en medio de la guerra ruso-ucraniana, capitular ante Irán? Definitivamente no. Después de todo, Washington se mantuvo firme en impulsar el acuerdo con Irán incluso antes de que comenzara la invasión rusa. Un borrador de ese acuerdo está listo desde hace muchas semanas. Pero aún no se ha firmado porque, según el enviado ruso a las conversaciones, los iraníes luchan por cada minucia. Huelen debilidad, y por lo tanto se permiten hacer más y más demandas.
Comandantes de la Guardia Revolucionaria iraní mientras presentaban un nuevo dron llamado Gaza
(Foto: AFP)
Se dice que Irán está dispuesto a bajar el tono de las actividades de la Guardia Revolucionaria a cambio de su eliminación de la lista de terroristas. Tal promesa de Teherán no es diferente a la del presidente ruso, Vladimir Putin, de no invadir Ucrania.
¿Entonces, qué hay que hacer? Durante su mandato como primer ministro, un enérgico y decidido Benjamín Netanyahu demostró que enfrentarse a la Casa Blanca causa más daño que bien, por lo que las críticas al primer ministro Naftali Bennett y a la débil condena del ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, están un poco alejadas de la realidad.
¿Justifica la creciente demanda de petróleo, en medio de la guerra ruso-ucraniana, capitular ante Irán? Definitivamente no. Después de todo, Washington se mantuvo firme en impulsar el acuerdo con Irán incluso antes de que comenzara la invasión rusa
¿Entonces, qué puede hacerse? Algunas voces dentro del Congreso de los Estados Unidos ya han criticado con vehemencia tanto el acuerdo nuclear en general como la rendición de la administración Biden frente a la Guardia Revolucionaria. Queda por ver si esta presión desde dentro será de alguna utilidad.
Parafraseando al gran Winston Churchill, a Estados Unidos se le ha dado a elegir entre la guerra y la deshonra. Puede elegir la deshonra y tendrá también la guerra.
*Periodista y analista político.
Fuente: Ynet.
Versión NMI.