Los judíos acostumbramos desearnos unos a otros en Shabat: Shabat Shalom, en las festividades: Jag Saméaj. Asimismo, previo a los ayunos también tenemos una salutación tradicional: Tzom Kal; significa «Que tengas un ayuno fácil». Últimamente el saludo ha cambiado a: Tzom Mashmautí: que tengas un ayuno significativo.
Es importante resaltar que el objetivo del período conocido en el calendario judío como: “Las Tres Semanas” (el lapso que transcurre entre el 17 de Tamuz y el 9 de Av), no es el de llevarnos a la desesperación, hacernos sentir mal o sufrir. Los sabios establecieron varias leyes y restricciones concernientes al luto, que afectan nuestra rutina, para que así podamos sentir la falta y el vacío que dejo la destrucción del Templo; la ausencia de la Presencia Divina entre nosotros.
Ciertamente, no deseamos sufrir las incomodidades de los ayunos y por ello nos deseamos: ¨Tzom Kal – Que tengas un ayuno fácil¨. Sin embargo, más allá de soportar el ayuno y simplemente finalizarlo, la idea es aprovechar el día de ayuno para reflexionar, aprender e interiorizar los mensajes que lo motivan.
Una de estas reflexiones sería el enfocarnos en lo que sabemos debemos hacer, no encauzarnos en preguntas cuyas respuestas a lo mejor nunca tendremos o entenderemos.
Una anécdota relata sobre el eminente rabino Moshé Sofér ZT´L (conocido como el Jatám Sofér) quien se encontró con una persona muy anciana.
“¿Qué has hecho para merecer tantos años de vida?”, le pregunto el rabino.
“En realidad no hice nada especial. Es solo que tengo una teoría, y esta me permitió lograr una larga vida” contesto el anciano.
“¿Y cuál es tu teoría?”.
“Todos tenemos problemas en la vida. A cada uno de mis amigos así como a mí, nos correspondió vivir momentos difíciles y de sufrimiento. Mis amigos reclamaron y preguntaron a Dios: ¿por qué? Pero en cambio, Yo nunca lo hice”
“¿Y entonces?”.
“Sé que las respuestas son complicadas, no siempre el ser humano las puede comprender. Pero al que pregunta y quiere saber que motivó a Dios, el Creador lo lleva al cielo. Allí, todo se aclara. Pero como yo nunca pregunte y jamás pedí explicaciones al Amo del Universo, estoy aun aquí en este mundo”
En Meguilát Eijá (Lamentaciones) que leemos durante la noche de Tishá Beáv podemos encontrar esta idea.
El profeta Jeremías vivió la dolorosa época de la destrucción del Primer Templo y fue él quien escribió Eijá. El profeta pregunta en el texto de las Lamentaciones: “¿Por qué pues, se queja el hombre viviente?».
Dos dudas surgen de lo expresado por el Profeta:
La respuesta a estas interrogantes podría ser que por supuesto, por la situación que atravesó Jeremías es evidente que habrían muchas dudas. No obstante, el profeta nos dice que el hombre en este mundo, no debe preocuparse por las interrogantes. Las respuestas las conoceremos en el mundo verdadero: el más allá. Allí todo se aclarará.
¿Qué hay que hacer entonces durante la vida cuando nos enfrentamos a situaciones y tragedias que ocurren sin razón o explicación?
Continúa el profeta Jeremías en Eijá y nos dice: “Busquemos y probemos nuestros caminos, y volvamos al Eterno».
En estos momentos lo mejor que podemos hacer es tratar apegarnos más a las leyes divinas. Ser más asiduos a la sinagoga. Comportarnos con un más elevado nivel moral y ético para ser mejores personas.
Tenemos dudas, padecemos situaciones que nos parecen injustas. Sin embargo, debemos entender que venimos a este mundo no a buscar respuestas. Nuestra misión es el tratar hacer las cosas de la mejor manera, de acuerdo con lo que Dios nos ordenó en su sagrada Torá. En nuestra tradición, tal es el camino correcto en el trayecto denominado: la vida en este mundo.