Rachel O’Donoghue*
El número de muertos en Gaza es “ya superior a 118.908, un asombroso 5,4% de la población de la Franja”, y “todos en Gaza están enfermos, heridos o ambas cosas, incluidos todos los trabajadores de ayuda humanitaria locales, todos los voluntarios internacionales y probablemente todos los rehenes israelíes”.
Estas son solo un par de las afirmaciones tremendamente exageradas y demostrablemente falsas hechas en una carta abierta firmada por 99 médicos, cirujanos y enfermeras estadounidenses, que dijeron haber trabajado como voluntarios desde la masacre de Hamás el año pasado.
Curiosamente, los autores sintieron la necesidad de añadir una salvedad al hablar de los rehenes israelíes: “probablemente”. Por lo visto, aunque están absolutamente seguros de que cada uno de los dos millones de habitantes de Gaza está al borde de la muerte, ¿los rehenes que han sido privados de comida, torturados y mantenidos bajo tierra durante un año? Bueno, ellos “probablemente”.
Si uno quiere una pista sobre lo endebles que son las afirmaciones de esa carta, solo tiene que volver a consultar una versión anterior publicada en julio por muchos de los mismos firmantes. En esa carta original, estos confiables profesionales de la Medicina advirtieron que más de 60.000 personas habían muerto de hambre en la Franja desde el 7 de octubre de 2023.
Camiones cargados de ayuda humanitaria para Gaza son inspeccionados en el cruce de Kerem Shalom en Israel
(Foto: AP)
Al afirmar que Israel tiene una “política deliberada” de hacer morir de hambre a Gaza —algo que según ellos “no está en disputa”—, los firmantes citan un informe de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC) como prueba. Sin embargo, la IPC ya había revisado su informe anterior y no encontró ninguna evidencia de hambruna en Gaza. Naturalmente, los autores decidieron citar la advertencia original, la que el propio IPC ya había calificado como errónea.
Pero en la última versión, ¿qué hay de los “60.000 muertos por inanición”? Pues bien, han desaparecido. En su lugar, ahora tenemos vagas afirmaciones sobre una “desnutrición generalizada”.
Las fuentes que estos profesionales médicos utilizan en ambas cartas para inventarse sus disparatadas cifras son fáciles de desacreditar. Por ejemplo, citan a The Lancet como autoridad, promocionándola como la “revista médica y de salud pública más prestigiosa del mundo”, pero omiten convenientemente que la asombrosa cifra de 186.000 muertes a que hacen referencia no proviene de datos revisados por pares, ni siquiera de una investigación, sino de una pieza de opinión publicada en la sección de “Correspondencia” de The Lancet. No es precisamente la ciencia rigurosa que cabría esperar de una fuente tan distinguida.
Además del uso liberal de cifras tremendamente inexactas extraídas de fuentes totalmente dudosas, la carta está salpicada de una generosa dosis de libelos de sangre contemporáneos, como la vil mentira de que Israel está atacando deliberadamente a mujeres y niños, describiendo la “crueldad insoportable” que se les inflige, con mujeres “destrozadas por bombas [estadounidenses]” y niños “asesinados”.
Al afirmar que Israel tiene una “política deliberada” de hacer morir de hambre a Gaza —algo que según ellos “no está en disputa”—, los firmantes citan un informe de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC) como prueba. Sin embargo, la IPC ya había revisado su advertencia anterior y no encontró ninguna evidencia de hambruna en Gaza
Sin embargo, es el apéndice adjunto el que realmente revela lo absurdo de estas misivas. Es una mezcolanza de informes obsoletos de grupos como Save the Children y Human Rights Watch, plagado de estadísticas contradictorias y citas seleccionadas de políticos estadounidenses.
En la última carta, se nos dice que al menos 118.000 personas han muerto en Gaza desde el 7 de octubre, pero esa es exactamente la misma cifra dada en la carta de hace meses. Pero luego admiten que es “imposible estimar con precisión cuántos palestinos han muerto en Gaza desde el 7 de octubre”.
Hay que intentar darle sentido.
Mientras tanto, uno de los firmantes, Ali Elaydi, ha estado dando vueltas en los medios, más recientemente en una entrevista con ABC News, donde afirmó falsamente que Israel está restringiendo la entrada de suministros médicos a Gaza. En realidad, Israel ha declarado explícitamente que no impone tales restricciones a la ayuda médica. La acusación, que se originó en la ONU, parece ser un intento de desviar la atención de los propios fracasos de la ONU a la hora de distribuir eficazmente la ayuda en toda la Franja.
Citan a The Lancet como autoridad, promocionándola como la “revista médica y de salud pública más prestigiosa del mundo”, pero omiten convenientemente que la asombrosa cifra de 186.000 muertes a que hacen referencia no proviene de datos revisados por pares, ni siquiera de una investigación, sino de una pieza de opinión publicada en la sección de “Correspondencia” de The Lancet.
Y luego está la ironía: poco después de instar al presidente Joe Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris a “retener el apoyo militar, económico y diplomático al Estado de Israel… hasta que las negociaciones de buena fe entre Israel y los palestinos conduzcan a una resolución permanente del conflicto”, los firmantes admiten que “no afirman tener todas las respuestas” porque, bueno, son “simplemente médicos y enfermeras”.
Su arrogancia es impresionante: exigen un alto el fuego inmediato en Gaza mientras insisten en que el conflicto continúa únicamente por el apoyo armamentístico de Estados Unidos y, a continuación, confiesan que no tienen idea de cómo resolverlo. Aun así, Biden y Harris deben «poner fin a esta locura ahora».
Uno se pregunta cuántos de estos firmantes han prestado sus nombres a las cartas que exigen el fin de la «locura» de los interminables ataques terroristas y con cohetes contra civiles israelíes, ataques que precedieron al 7 de octubre y han continuado desde entonces.
Tan seguro como que la noche sigue al día, los periodistas crédulos inevitablemente harán referencia a esta cifra de muertos inflada y falsa en futuros artículos.
*Periodista y abogada británica radicada en Israel.
Fuente: Honest Reporting (honestreporting.com).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.