Se acerca un nuevo año para el pueblo judío. Este viernes 15 es Rosh Hashaná, arribaremos al año mencionado en el título, y aunque es tiempo de festejos y alegrías, también comporta momentos de gran solemnidad, en donde el Creador estará evaluando nuestras actuaciones del año que culmina para tomar una decisión, que se sellará en 10 días, cuando arribemos al día del perdón, Yom Kipur, el día más sagrado para un judío, cuando no ingerimos bebidas ni comidas de algún tipo, desde el atardecer del domingo 24 hasta el anochecer del lunes 25 de los corrientes, pidiéndole a Dios por el bienestar de nuestras familias, de nuestra comunidad, holgura económica, paz para la humanidad, entre otros muchos deseos particulares de cada quien.
Los diez días entre Rosh Hashaná y Yom Kipur me gusta llamarlos Aseret Yeméi Teshuvá, porque en su misericordia, el Creador todavía nos da la posibilidad del arrepentimiento, del compromiso, de volver al camino expuesto y desarrollado en la Torá.
Esta semana estoy trabajando personalmente en el agradecimiento por todo lo que tengo, en esencia el calor y afecto de una hermosa familia, el aprecio de grandes amigos, de una trayectoria profesional y comunitaria de la cual me siento orgulloso, de salud y energía para poder disfrutar y compartir todo lo arriba expuesto. Pero a pesar de todas las bondades que cada uno de nosotros puede enumerar, siempre aparecen pensamientos negativos, de por qué no hice esto o aquello, por qué actué de esta forma y no de tal otra, y así un sinfín de porqués.
Justo el agradecimiento es el antídoto a todos los pensamientos que tratan de sabotearnos, y de los que tenemos que trabajar para desalojarlos de nuestra cabeza; no es fácil, pero debemos hacerlo por nuestro bienestar sicológico, que actúa directamente en nuestra plenitud física.
Por otro lado, estoy convencido de que el Creador ve con buenos ojos a la persona que es agradecida con lo que tiene, y no me refiero solo al aspecto económico aun cuando también cuenta; creo que en este sentido, y siendo la víspera de Rosh Hashaná, agradecer por la salud, por la familia, por estar vivos para seguir haciendo lo que a cada quien le gusta, de por sí es un gran logro, y por supuesto hacer el bien, ser amable, ayudar al prójimo en la medida de las posibilidades de cada uno de nosotros, es la satisfacción y sonrisas que le producimos a Hashem por nuestros actos.
A través de toda la extraordinaria historia del pueblo judío, desde el patriarca Abraham hasta la constitución, crecimiento y poderío del moderno Estado de Israel, podemos ver con claridad meridiana a quién el Creador ve con buenos ojos, lo apoya, lo hace invencible pese a las adversidades, y también a quiénes quita sus bendiciones.
A través de toda la extraordinaria historia del pueblo judío, desde el patriarca Abraham hasta la constitución, crecimiento y poderío del moderno Estado de Israel, podemos ver con claridad meridiana a quién el Creador ve con buenos ojos, lo apoya, lo hace invencible pese a las adversidades, y también a quiénes quita sus bendiciones
Aun cuando no percibamos la presencia del Amo del Mundo, como le gusta llamarlo al Rab Isaac Cohen, Él está ahí para apoyarnos, bendecirnos, pero también para esperar de nosotros un comportamiento enmarcado dentro de la ética y moral del Sinaí, siendo que es en ese sitio donde nos convertimos en pueblo a la salida de la esclavitud en Egipto, y recibimos la Torá a través de Moisés. Pero no solo recibimos la Torá, sino que también se hizo presente por primera y única vez en la historia, ante todo el pueblo judío reunido a las faldas del Monte Sinaí, sellando el pacto primigenio con Abraham y con cada uno de nosotros y nuestros descendientes, por siempre hasta la venida del Mesías.
En este nuevo año 5784, en nombre de mi familia, quiero desear a todos mis lectores, al pueblo de Venezuela cuya historia también emula una hazaña de gran valentía y heroicidad, a mi querida comunidad judía y a Am Israel, un año lleno de bendiciones, de promesas cumplidas, de salud, bienestar, y por sobre todo por el entendimiento entre nuestros congéneres, en que la luz disipe las tinieblas, que la fraternidad prive por sobre el egoísmo y la traición, que la humanidad se enrumbe definitivamente a construir, desarrollar y profundizar una humanidad más humana.