El pueblo judío y el Estado de Israel en particular cierran un año complejo, que se inició con un gran trauma por aquel fatídico 7 de octubre, que como toda tragedia en su historia, da paso a trasformaciones que consolidan su fe en Hashem, así como su inmensa capacidad, arrojo, valentía, versatilidad, fortaleza, inteligencia y determinación inquebrantable, que hace que sus enemigos deban vivir bajo tierra, como si eso los salvara del brazo extendido de la justicia divina, a lo que varios líderes salafistas han denominado “personajes mágicos” haciendo alusión a otras dimensiones extrahumanas con las que cuenta el Ejército de Defensa de Israel.
Si vemos las cifras en frio, en que más de 20.000 proyectiles entre cohetes, misiles, drones, aparatos no tripulados han sido lanzados contra este minúsculo territorio, desde diferentes linderos y distancias a partir del 7 de octubre, realmente es un milagro el mínimo impacto de bajas que han causado, derivado por supuesto de los sistemas y capas de protección con que cuenta el Estado, además de los cuartos seguros que cada unidad de vivienda posee y los refugios en donde los ciudadanos israelíes (judíos, cristianos, musulmanes, drusos, entre otros) pueden acudir en cuestión de segundos, al sonar la sirena que indica un ataque a la zona de la que se trate. Pero quién puede dudar de que además de toda esta tecnología e infraestructura, no está la mano de Dios como la de mayor resguardo y protección de Éretz Israel y sus habitantes, sean de la religión, raza e ideología que fuere.
Por ejemplo, Irán lanzo el 14 de abril pasado 330 misiles y aviones no tripulados contra Israel, con el saldo de un herido, así como Hezbolá ha lanzado más de 9000 proyectiles a partir del 8 de octubre pasado con un saldo mínimo de bajas; quizá la más lamentable fue la de los 12 niños drusos que, jugando fútbol, fueron asesinados por uno de estos proyectiles.
Siempre hemos creído que el bien vencerá, a pesar de que en muchos casos, quizás en la mayoría, las probabilidades juegan en su contra, así como conspiran para detenerlos, pero en definitiva el malvado a fin de cuentas será eliminado, y sus intenciones, proyectos y misiones fracasarán, siendo que en esta visión radical del Medio Oriente con la que esa minoría fanática pretende borrar a Israel del mapa a la vez que subyugar a las poblaciones en donde se enquista, como en el Líbano, Gaza o Yemen por poner algunos ejemplos, no prevalecerá.
El año que finaliza ha sido de grandes tensiones y angustias, pero que en su devenir culmina con hazañas inimaginables y asombrosas, que habrán de producir cambios profundos en la región para este 5785. Así lo pedimos al Creador, que todas las pérdidas que ha sufrido Am Israel sean redimidas con la paz entre Israel y los países liberados como el Líbano, entre Israel y Arabia Saudita que tiene un liderazgo nuevo, joven con visión de futuro, no atado a esa falsa premisa que se fundó en las últimas décadas que indicaba como esencial la paz con los palestinos, cuyo liderazgo está dividido y entre ellos se desprecian, pero que ninguno de esos supuestos liderazgos quiere la paz, porque no les sirve a sus intereses personales, en los que la violencia es un medio de su vida opulenta en Catar o Turquía.
El año que finaliza ha sido de grandes tensiones y angustias, pero que en su devenir culmina con hazañas inimaginables y asombrosas, que habrán de producir cambios profundos en la región para este 5785
Los pueblos de la región merecen deslastrarse del yugo de los radicales, aquellos a los que en definitiva no les importa el destino de sus ciudadanos, sino que los utilizan para sus fines perversos. Ya basta, en pleno siglo XXI, de la “policía de la moral” que puede azotar a cualquier mujer por no tener esto o aquello bien puesto, la lapidación o la horca por no cumplir tal o cual precepto de acuerdo a la interpretación exegética del Corán de algún iluminado.
Para este 5785 deseo que todos los bienaventurados sean inscritos en el libro de la vida, la salud y la parnasá. Que solo veamos guerras contra la desnutrición, el analfabetismo y las enfermedades. Que la justicia, la libertad y la fraternidad sean los valores que prevalezcan para ostentar una humanidad más humana.