Ver más resultados...
Miguel Truzman*
miguelt585@gmail.com
E l pasado 2 de noviembre se cumplió un siglo desde que el gobierno británico, a través de su ministro de Relaciones Exteriores, Arthur James Balfour, emitiera una declaración oficial dirigida al barón Lionel Rothschild, líder de la comunidad judía de Gran Bretaña, donde manifestaba el apoyo al establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en su tierra ancestral.
Recordemos que esos territorios, poblados por el pueblo judío desde el año 1000 a.e.c. en la época del rey David, se denominaban Judea; nombre que el Imperio Romano, en cabeza del general Adriano, cambió a Palestina una vez hubo derrotado dos rebeliones del pueblo judío, la primera que conllevó a la destrucción del Segundo Templo en el 70 e.c., y la segunda en el 135 e.c., cuando la mayoría de la población judía fue desterrada de su nación en Judea y de Jerusalén, su capital, con el propósito de borrar cualquier vestigio de la identidad, vivencia y cultura de dicho pueblo en ese territorio.
El pueblo judío, ya para la época de la Declaración Balfour, era mayoría en Jerusalén, y su población iba en aumento por las migraciones de judíos de Europa, Rusia y África.
La importancia de la Declaración Balfour deriva de que una potencia mundial manifestaba públicamente, por primera vez, su apoyo al movimiento sionista liderado por Teodoro Herzl para la creación de un Estado judío en su tierra ancestral, después de casi 2000 años de diáspora.
Se puede decir que la Declaración Balfour fue una expresión de las potencias aliadas, como Francia, mediante la carta de Cambon, Estados Unidos con la presidencia de Woodrow Wilson, e inclusive del papa Benedicto XV.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial en 1918, la Sociedad de las Naciones otorgó al Imperio Británico un Mandato temporal sobre Palestina, con la consecuente obligación de cumplir lo expresado en la Declaración Balfour.
Lamentablemente, el gobierno británico dividió el territorio que le habían otorgado en Mandato, entregando 70% para la creación de Transjordania —lo que hoy es Jordania—, y a su vez cedió a las presiones del liderazgo árabe de la región y a lo interno de Palestina, que veían con preocupación la llegada de miles de inmigrantes judíos, por lo que a la postre decidió apoyar al movimiento árabe, aunado, por supuesto, al interés económico que representaba el petróleo en la región, que ya jugaba para la época un papel fundamental en el eje del desarrollo industrial y bélico. El gobierno británico rechazó el ingreso de miles de judíos a Israel, que venían en barcos desde diferentes puntos de Europa huyendo de la barbarie nazi.
A pesar de lo aquí narrado, más de 135.000 judíos de Israel se alistaron en las tropas británicas en la Segunda Guerra Mundial, mientras que los diferentes movimientos árabes apoyaron al régimen nazi, incluso el gran mufti de Jerusalén Muhammad Amin Al-Husayni, quien fue uno de los principales aliados de Hitler en la región.
Después de la guerra y a pesar del apoyo irrestricto de los judíos de Israel a los aliados, el gobierno británico mantuvo su política de restringir la inmigración judía. Al mismo tiempo se desencadenaron sangrientos ataques de grupos árabes contra los pobladores judíos, y la violencia se extendió también hacia los militares británicos en la región, provocando que la recién creada Organización de las Naciones Unidas sometiera a votación, el 29 de noviembre de 1947, la partición de lo que quedaba del territorio en disputa; Venezuela, con otros 32 países de 57 que entonces conformaban la organización, votaron a favor de dividir parte del territorio para el pueblo judío y la otra parte para el pueblo árabe. Los judíos aceptaron, los árabes no, ya que para la época no existía una representación del pueblo palestino.
El 14 de mayo de 1948, David Ben Gurión declara la independencia del Estado de Israel, comenzando un ciclo de enfrentamientos bélicos de varios países árabes contra el recién creado Estado judío.
*Vicepresidente de la CAIV
“Este aniversario es hoy un motivo adicional de conflicto entre israelíes y palestinos. El presidente palestino Mahmud Abbas ha pedido a Gran Bretaña que aborrezca de la Declaración Balfour y pida perdón y, como contestación, la primera ministra Teresa May ha manifestado que los británicos deben estar orgullosos de haber contribuido a la creación de Israel”.
Véalo en El País: http://bit.ly/2xRLzUu
“Durante esos cien años, señor presidente, usted y los otros líderes palestinos no han desperdiciado oportunidad de perder oportunidades. Una y otra vez tuvísteis que tomar decisiones históricas y valientes, y repetidamente habéis rechazado sin rodeos la mano extendida ofrecida. Siempre hubo buenas razones pero tuvieron pocas buenas acciones”.
Léalo en Hatzad Hashení: http://bit.ly/2hb0tOM