Sami Rozenbaum
¿Cómo será Israel en el futuro? ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta? Esta es una breve reflexión basada en las tendencias que observan varios analistas
La población de Israel se ha multiplicado exactamente por diez en sus 70 años de existencia, al pasar de 878.000 a 8,8 millones. La proporción de población judía también se ha mantenido casi con exactitud, pues de 650.000 en 1948 pasó a 6,6 millones en la actualidad.
Mucho se hablaba en las últimas décadas sobre la “bomba de tiempo demográfica”: según esta noción, la tasa de incremento poblacional de los árabes era superior a la de los judíos, lo que llevaría a una mayoría árabe “entre el mar (Mediterráneo) y el río (Jordán)”, dando paso por lo tanto a un Estado binacional que “o no sería judío, o no sería democrático”.
Pero análisis más recientes disputan esa forma convencional de enfocar el tema. Por ejemplo, el diplomático y analista Yoram Ettinger plantea: “A comienzos de 2017, por primera vez y desafiando las proyecciones del establecimiento demográfico desde principios de la década de 1940, la tasa de fecundidad judía de Israel (3,16 nacimientos por mujer) excede la tasa de fertilidad árabe de Israel (3,11). De hecho, dicha tasa en Israel es más alta que en la mayoría de los países árabes (por ejemplo, Arabia Saudita tiene 2,1 nacimientos por mujer, Kuwait 2,4, Siria 2,5, Marruecos 2,1, etc.)”.
Por su parte Uri Sadot, investigador del Consejo de Relaciones Internacionales de EEUU, escribió en 2013 en la revista Foreign Policy que las tasas de natalidad o fecundidad no son el único elemento a considerar, pues factores como la expectativa de vida también influyen a mediano y largo plazo. Entre 2000 y 2010 tal expectativa se incrementó en 3,2 años para los judíos israelíes, pero solo aumentó 2 años entre los árabes. Comenta Sadot: “Esta divergencia equivale a un 2% de aumento en la población judía, es decir a la llegada de 128.000 inmigrantes. Las proyecciones demográficas, por tanto, requieren más que simple aritmética”.
El economista David Goldman ha planteado en varios artículos que la tendencia demográfica a largo plazo de Israel es positiva, a diferencia de la de los demás países desarrollados, que perderán población en términos absolutos debido a sus muy bajas tasas de natalidad, que llevan a un envejecimiento de esas sociedades. Esto se manifiesta también en países musulmanes como Irán y Turquía, cuyos propios líderes han advertido que se enfrentan a un colapso demográfico: sus tasas de fertilidad son de 1,7 y 1,5 hijos por mujer respectivamente, bien por debajo de la tasa de reemplazo.
Por otra parte, la edad promedio de los israelíes se proyecta en 33 años a mediados de este siglo, mientras que la de Europa estará cerca de los 50, la de Irán en 45 y la de Turquía en casi 40. Ello impactará en el dinamismo de sus respectivas economías, y por tanto en el vigor nacional.
Las proyecciones demográficas varían según las premisas que se asuman. La Oficina Central de Estadísticas de Israel estimó en 2017 que la población del país (en sus actuales fronteras) llegará a 18 millones hacia el año 2060, de los cuales 14,4 millones serán judíos y 3,6 millones árabes.
A pesar de sus éxitos económicos y las tendencias demográficas positivas, Israel experimenta una preocupante división interna, que contrasta con la unidad que se manifiesta en momentos de graves amenazas comunes.
El 24 de octubre de 2017 se llevó a cabo en Tel Aviv la cumbre Israel 2048 de la Liga Antidifamación (ADL), cuyo tema central fue la cohesión social del Estado judío. Jonathan Greenblatt, director ejecutivo de la ADL, destacó durante su discurso inaugural: “En nuestra última encuesta hallamos que 64% de los israelíes describen su sociedad como ‘dividida’, e incluso ‘muy dividida’. Además, 57% piensan que Israel aún estará ‘dividido’ o ‘muy dividido’ dentro de 30 años. Como ustedes podrán imaginar, si una masa crítica de personas cree que las cosas no cambiarán, ese escenario potencial puede convertirse en una profecía auto-cumplida”.
La principal polarización es la que existe entre los haredim (ultraortodoxos) y el resto de la sociedad, que en general está compuesta por gente relativamente observante y los laicos. El analista Stanley Weiss, de la ONG estadounidense Business Executives for National Security (Ejecutivos de Negocios por la Seguridad Nacional), plantea en un artículo en el portal Huffington Post el origen de esa polarización: “Una medida de la efectividad de los nazis en destruir los centros de estudio judío es que, cuando Israel fue creado en 1948, solo había 400 hombres ultraortodoxos en todo el Estado. Consciente del deseo de revivir el estudio religioso del Judaísmo después del Holocausto, Ben Gurión firmó un acuerdo: los haredim podrían dedicar todo su tiempo a estudiar la Torá. No tendrían que servir en las fuerzas armadas como los demás israelíes, ni tendrían que trabajar: el Estado los mantendría. Como la mayoría de los judíos, el primer ministro pensaba que este acuerdo duraría poco tiempo; asumía que los estudiantes haredim no serían muchos en el mundo moderno”.
Sin embargo, los haredim representan hoy el 12% de la población total del país. Según Weiss, más del 60% de ellos no trabaja, dependiendo por completo de subvenciones del Estado para alimentar familias que tienen en promedio ocho niños. Relativamente pocos cursan carreras que les permitan incorporarse al mercado laboral, aunque se han hecho algunos avances al respecto. Dan Ben-David, director ejecutivo del Centro Taub de Estudios de Política Social en Israel, comenta: “Existe el riesgo de que dentro de 20 años tengamos una población del Tercer Mundo que no pueda sostener una economía y un ejército del Primer Mundo”. Según las proyecciones citadas más arriba de la Oficina Central de Estadísticas, de los 14,4 millones de judíos que habrá en Israel hacia el año 2060 aproximadamente 5,3 millones serán ultraortodoxos, es decir más de uno de cada tres.
El resentimiento entre los haredim y el resto de la sociedad se ha venido incrementando, incluso con manifestaciones violentas. Fomentar su plena integración social y económica constituye, entonces, uno de los desafíos más importantes para el futuro de Israel.
Durante la próxima década de 2020, Israel llegará a concentrar a más de la mitad de los judíos del mundo, un trascendental punto de inflexión en la historia judía. A partir de ese momento, la minoría de la diáspora comenzará a reducirse progresivamente y muchas comunidades desaparecerán.
Pero ya en el momento actual se manifiestan síntomas de distanciamiento en la identificación de los judíos de la diáspora con el Estado de Israel, especialmente en los países más desarrollados. En algunos casos ello puede deberse a que la existencia de un Estado judío forma desde hace tiempo parte de la realidad, y se da por descontada. Otro factor es político: últimamente ha crecido la proporción de judíos, por ejemplo en Estados Unidos, que asumen una ideología de izquierda que se identifica con la posición palestina, y por tanto son hostiles a las políticas asumidas por los gobiernos israelíes pos-Oslo, lo cual extienden a la sociedad israelí como un todo. Por ejemplo, una proporción significativa de los estudiantes universitarios judíos de EEUU que apoyan el movimiento BDS son judíos.
También se observa una creciente impaciencia por parte de las grandes comunidades conservadoras y reformistas, sobre todo de EEUU, con la posición del gobierno de Netanyahu, fuertemente influido por los partidos religiosos, respecto a temas como el rezo en el Kótel. Todos estos factores tienen un potencial disolvente en el vínculo, tradicionalmente sólido, del Judaísmo de la diáspora con el Estado judío. Jonathan Greenblatt, de la ADL, aseveró al final de su discurso de la cumbre Israel 2048: “Progresar en asuntos como el pluralismo religioso o la coexistencia étnica no será fácil. Abordarlos significará grandes esfuerzos. Pero abrazamos ese desafío”.
Greenblatt propone, más allá del concepto de Startup Nation (nación de emprendedores), el de Impact Nation (nación con impacto en el mundo): “Con ello quiero significar un país definido por su diversidad, energizado por gente que impulsa el cambio y es responsable de una de las sociedades civiles más dinámicas y robustas que existen en el mundo”.
FUENTES
• cbs.gov.il
• elrejunteil.wordpress.com
• foreignpolicy.com
• www.atimes.com
• huffpost.com
• www.adl.org
• Wikipedia.org
• Archivo NMI